Una mirada sobre el prestigio social del docente ecuatoriano

Entrevista a Kelly Vera, docente y directora de la Unidad Educativa Ati II Pillahuaso

Por: Jean Fernando Criollo Balladares
Estudiante universitario y miembro de CES-AL

Kelly Vera y Jean Fernando Criollo Balladares.

Kelly Vera, Licenciada en Ciencias Sociales y Magister en gerencia educativa, es docente y directora de la Unidad Educativa particular “Ati II Pillahuaso”, ubicada en el cantón El Guabo, provincia de El Oro (Ecuador).

Su inicio en el mundo del magisterio fue en una institución rural, durante seis años, y, posteriormente, se incorporaba al centro educativo actual, donde ha desempeñado, a lo largo de veinticuatro años, su labor profesional, en los subniveles de Básica Media y Superior, y ha ocupado el cargo de directora durante doce períodos académicos.

Nuestra entrevistada califica su etapa estudiantil de “agradable”, a pesar de que sus docentes eran bastantes estrictos pero contaban con gran prestigio social, todo lo contrario a la actualidad. Se considera partidaria de una “enseñanza moderna”, aunque intenta reflejar la imagen y objetivo de los docentes de su época, además, de establecer un vínculo con sus alumnos, con la finalidad de potenciar sus cualidades, de la misma manera que sus docentes lo realizaron con ella, para formar estudiantes excelentes y grandes profesionales.

En cualquier caso, reconoce que la educación en la actualidad ha cambiado sustancialmente y que necesita de “docentes innovadores, docentes mejores a los del pasado”, con una mejor preparación y una mayor apropiación de los nuevos recursos. Sin embargo, está plenamente convencida que los actuales docentes se enfocan exclusivamente en impartir lo enseñado y “no son mejores que los docentes del pasado”, que a pesar de sus limitaciones ofrecían lo mejor de ellos, “ahora no se ve eso, de cada 100 estudiantes 25 logra crecer y formarse profesionalmente”.

Nuestra entrevistada valora negativamente el sistema educativo actual, debido a la existencia de varias falencias: “muchos cambios tanto de administración como en temas educativos, que no llevan a ningún lado y no aportan un beneficio a la sociedad”. A pesar de esos problemas, nos comenta, que los docentes se preocupan en construir buenos ciudadanos. En ese sentido, cree que el docente de Educación Básica debería ofrecer bases y fundamentos para que los estudiantes se den cuenta de los grandes problemas existentes en la sociedad, donde “el sistema educativo es manejado por un monstruo llamado corrupción, dicen introducir cambios, pero es una farsa ya que todo está cubierto con un manto de mentiras”.

Desde otra perspectiva, afirma que los docentes no se sienten protegidos, ni respaldados por la sociedad. Ese problema -a su criterio- se da por el Ministerio de Educación, ya que los docentes se rigen a una estructura, y los padres de familia son conscientes de la pésima calidad educativa. Considera, por tanto, que esa mala valoración de la sociedad al docente se debe a que imparten métodos y temas de estudio que no ofrecen mejoría a los estudiantes, pero apunta que el problema viene desde un mando de control, llamado Ministerio de Educación, donde solo se dedican a realizar “reformas, que no dan beneficio y ningún cambio a este sistema que va en decadencia”. De modo que, los docentes no se sienten respaldados, temen a equivocarse y, de ahí, el desprestigio y el rechazo social. 

A pesar de la modernidad y la variedad de recursos, considera que los docentes tienen limitaciones a la hora de ejercer su profesión: no cuentan con una preparación pedagógica adecuada, la situación en las zonas rurales es muy precaria y el gobierno aporta escasos recursos económicos. Esa realidad, nos apunta, se pudo observar durante la pandemia, donde el sistema educativo y los docentes no contaron con los recursos necesarios para un buen funcionamiento. Por un lado, los estudiantes tenían muchas dificultades para acceder a la educación y, por otro, los maestros sufrieron la falta de recursos tecnológico. Todo ello favoreció graves carencias educativas, vacíos y lagunas de conocimiento. Además se lamenta que la sociedad actual no valore, ni aprecie el esfuerzo de nuestros docentes, ya que no son responsables de estos inconvenientes y realizan todo lo humanamente posible para que sus estudiantes puedan lograr aprender y adquirir conocimiento, al tiempo, que los padres de familia tampoco aprecian los sacrificios que realizan los docentes.

Jean Fernando Criollo Balladares, Kelly Vera y Roberto Caña.

Hoy en día, nos comenta, el magisterio está en un desprestigio social, a causa de los enfrentamientos con los padres de familia por inconvenientes académicos, que ha llevado a que la educación se fragmente más, y al cansancio de los docentes, que luchan cada día para encajar en una sociedad donde solo reciben insultos y rechazo. Otras razones que nos apunta sobre ese desprestigio social son los métodos y reformas implantadas en esta nueva sociedad, como el Código de la Niñez y Adolescencia, que ha traído una serie de derechos que respaldan a los jóvenes de una manera inadecuada. Hasta el punto que reprender o alzar la voz a un estudiante puede conllevar a recibir una denuncia. Los niños y jóvenes son conocedores de esa protección y abusan de ese derecho, algunas veces con mentiras y dramas. Los docentes en esos casos no tienen protección de nadie, por eso han perdido su autoridad y rol protagónico, “lástima que nadie vea lo esencial y principal del papel de un docente en la actualidad, pues, ellos forman a ciudadanos que puedan cambiar el futuro, pero nadie lo ve de esa manera”.

Asimismo recalca que la sociedad ha generalizado la idea del desprestigio y el docente ha dejado de estar motivado, además, otro de los factores es su remuneración. La carrera de docente, nos dice, está entre las diez profesiones peor remuneradas y esto implica una desvaloración, porque su sueldo no alcanza para mucho. Se apena que el gobierno ecuatoriano no valore el desempeño docente, que sufre denigración y humillación a diario y el mayor descontento es su sueldo, que es mínimo y para colmo los pagos no son puntuales.

Desde otro ángulo, las reformas no apoyan al docente y el Ministerio de Educación no cuenta con proyectos claves, sus proyectos son fugases, son como la sociedad que va en constante cambio pero sin un rumbo específico, no se dan cuenta de lo pésima que está la educación; los docentes callan sus voces, porque al levantarlas son sancionados o no son escuchados; se destina escasos ingresos al sector educativo; políticos corruptos que no dan solución a los problemas que enfrenta el sistema educativo; cupos vendidos en instituciones superiores; mal manejo por la Secretaría de Educación en la implementación de temas educativos, etc.

De todos modos, Kelly Vera cree que no todo es negativo. El Ministerio de Educación brinda espacios de retroalimentación para que el docente se capacite y no caiga en decadencia. Asimismo, hay docentes que a pesar de los prejuicios y falencias que enfrentan a diario no cambiarían su profesión, son profesionales con vocación, dispuesto a soportar cualquier adversidad, siguen en la batalla y en la lucha por erradicar el pensamiento y modelo arcaico que ha existido en la educación durante varios años a causa de la corrupción.

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