República Federal Centroamericana 2.0

Por: José R. Reyes Ávila, Abogado
Honduras

El 22 de noviembre del 2024 se celebrará el bicentenario de la creación de la República Federal Centroamericana, que agrupó a las provincias unidas de El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Costa Rica; y que tuvo vigencia hasta el año 1839. Previo a la celebración de esa efeméride, el presidente salvadoreño Nayib Bukele, en fechas recientes en diferentes medios y foros, ha comentado la necesidad de dar un paso más en el proceso de integración de las naciones centroamericanas, promoviendo la creación de la “Unión Centroamericana”.

La Unión contempla bajo su cobijo a los ocho países que conforman el Sistema de Integración Centroamericana (SICA): los países constitutivos de “La República Federal de Centroamérica”, con la incorporación de Panamá, República Dominicana y Belice.

La idea básica es que la Unión Centroamericana sea un organismo regional y supra nacional, con personalidad jurídica propia, con competencias en lo económico, político, monetario, fiscal, social, Seguridad democrática y ambiental; que cuente con un Consejo de la Unión, integrado por los jefes de Estado de los países miembros, un parlamento y un tribunal, además de una comisión, entre otras instituciones. En resumen, que la Unión Centroamericana sea un Estado Federal.

Para lograr esto hay que reformar el Protocolo de Tegucigalpa, firmado en 1991, que dio lugar al SICA y se pasaría de la integración a la Unión para conformar el Estado Federal. Todo ello va a requerir una profunda re ingeniería constitucional, legislativa, e institucional y, sobre todo, mucha voluntad política.

La Unión cobraría vida simplemente con la aprobación del pacto constitutivo y la ratificación por parte de la presidenta de la República, cosa que parece fácil en el papel, pero hay mucha tela que cortar, nos es nada fácil; siempre hay intereses. El espejo guía de este nuevo intento de federación es la Unión Europea (UE), que para crearse y consolidarse como bloque comunitario demoró muchos años, teniendo su origen como Comunidad Económica del Carbón y el Acero en 1951, mediante la cual se instauró un libre mercado en un sólo sector -carbón y acero- entre los países constitutivos. Esta es la primera piedra sobre la que se asienta esa unión.

En nuestra área, la integración es diferente. Por un lado, seguimos siendo países inmensamente ricos en recursos, pero mal administrados, y por otra parte estamos en una posición geo estratégica clave en el comercio mundial. La integración puede y debe ser más dinámica, por idiosincrasia, identidad cultural y social, por idioma (excepto Belice) y, sobre todo, porque hay una base de integración desde hace muchos años (1991), sin olvidar que ya fuimos federación.

Hoy, los bloques económicos a nivel mundial están establecidos y mutando, en cambio, nuestros países siguen madurando el proceso de integración. La geopolítica, la economía mundial y el desarrollo de nuestra área lo demanda.

Para lograr la unión, falta una verdadera institucionalidad comunitaria y credibilidad. Somos países con serios problemas de corrupción institucional, violencia, narcotráfico, migración entre otros. No podemos crear un organismo comunitario sólido sin un proyecto claro de justicia comunitaria independiente, y menos sin una lucha radical contra los problemas ya aquí señalados.

Por mencionar un caso, el Parlamento Centroamericano, es disfuncional, hay que reformarlo de cabo a rabo, no puede ser refugio de políticos mediocres e incapaces acusados de corrupción y de otras cosas en sus países; así no vamos a llegar lejos. En ese sentido, aplaudo la intención de reformar todas estas instituciones, y paralelamente a esto, habrá que conformarlas con personas con valores éticos y profesionales del más alto nivel. Queda mucho por hacer en post de la Unión Centroamericana, y mucho más para darle credibilidad y generar confianza; pero hay que hacerlo.

Nuestra capacidad de negociación internacional, como ocho países independientes, es meramente testimonial; negociar en bloque como “Unión”, puede y debe ser favorable para la región. Al margen de ser unionista o no, en lo particular, me parece pertinente la Unión (con matices que explicaré otro día) pero me resultan especialmente inquietantes dos temas, entre otros, a la hora de establecer la unión de repúblicas:

El primero, el tema monetario: La creación de una moneda única (moneda federal) es fundamental a la hora de homogenizar la Unión, la cual dará continente y contenido a toda la actividad económica de la futura federación, y mucha credibilidad internacional (espero que no se apunten al dólar, porque para ese viaje no se necesitan alforjas); así como el mecanismo de creación del dinero (respaldado en oro, plata u otro recurso), o en su defecto, una cripto moneda comunitaria; de igual forma, el control del tipo de interés e inflación, pero para ello será necesario un Banco Central Federal. Si quiere soberanía la Federación, es necesario un banco que pueda crear esa moneda única.

El otro tema sería el impositivo fiscal: ¿Qué modelo de fiscalidad se va a mantener en la Unión? Sin lugar a dudas, a la hora de ver los modelos fiscales exitosos hay que echar un ojo a Estonia, que tiene el más competitivo en la OCDE y que está sirviendo de patrón a otros Estados para establecer reformas fiscales. Este es un tema vital, porque la tributación tiene que ser atractiva, simple y dinámica para la inversión, y lógica y justa para el empresario local que va a competir en un nuevo mercado de casi cincuenta millones de personas.

Estos dos temas han sido cruciales en el proceso de creación de la Unión Europea, el primero tiene una política monetaria común, y el segundo amerita una larga explicación… muy larga.

Volver a hablar de ser una misma nación entusiasma a cualquier buen ciudadano, crear la Unión bajo el esquema de un Estado Federal no es un sueño lejano; México, Brasil, Estados Unidos de América, Canadá, son Estados Federales. Considero que estamos más cerca que nunca de la Unión, lo único que falta es voluntad política para crear la nueva República Federal de Centro América, ya soñada por Morazán y Arce.

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