“¿Qué es más venenoso para la humanidad, la cocaína, el carbón o el petróleo?”

Por: Jacqueline Murillo Garnica, PhD
Colombia

Gustavo Petro

El pasado 18 de septiembre, en la 77 Asamblea General de la ONU, el presidente de los colombianos, Gustavo Petro, entonó un discurso emotivo, pasionario en el que apeló a tres vertientes: la lucha contra las drogas, la protección de la selva amazónica y la paz.

Ya estamos acostumbrados los colombianos a las acusaciones por corrupción, desde el púlpito del Senado de la República, cuando el hoy presidente, y otrora, senador, desenmascaraba las marañas de los políticos corruptos con toda suerte de denuncias. Denuncias que surtieron algunos efectos, tiempo después, como reconocer la connivencia del Estado con los grupos paramilitares. Creo que esas declaraciones le han valido al presidente, hoy por hoy, llegar a este cargo.

Pero no quiero referirme a toda su trayectoria política, tampoco a sus arengas, que también son afines a las de los políticos de buena estirpe. A Petro también se le reconocen sus cualidades de gran orador, es innegable ese don en él. El camino que ha recorrido en la política ha sido sinuoso, hasta le ha costado el exilio, por sus acusaciones y por sus posiciones ideológicas, casi todas antagonistas de la clase tradicional política colombiana. Sus detractores no olvidan que fue guerrillero del movimiento M-19, y, después de más de treinta años, ocupa el cargo más importante en Colombia. Ahora vemos a Petro con otros ojos, con los de la esperanza y cierta ilusión de que puede llegar a construir un país más habitable. Tiene a la nación en su cabeza, vemos a un tipo más maduro y conciliador, menos ególatra. Eso ya es ganancia en un país donde nos hemos habituado a la violencia como parte del diario vivir.

No quiero olvidarme de cómo funciona la política en nuestros países: “Tú me ayudas yo te devuelvo esa ayuda”. La maquinaria clientelista a todo vapor. Esta vez me visto de confianza y deposito mis anhelos de cambio en este hombre. Vamos con cautela: por ahora se ha rodeado de un buen gabinete. Dicen las señoras: “escoba nueva barre bien”.

Vuelvo a su discurso ante la ONU (https://www.youtube.com/watch?v=1T46oAkrydg). En los veinte minutos de su intervención, el presidente alude también a las guerras de los últimos tiempos (Irak, Libia, Ucrania), y sus palabras conmueven en el sentido de la doble moral de los países del viejo continente que recalca. La urgencia del momento exige que se actúe de forma inmediata y que se eviten a toda costa las dilaciones diplomáticas que son propias del mundillo político. Aprovecha Petro este escenario para poner el dedo en la llaga en estas tres vertientes que relaciono al comienzo de mi columna; sin embargo, en el tema de la paz le faltó ser explícito, creo que no aprovechó del todo esta oportunidad, al no plantear soluciones concretas ante éstas.

Reconozco, seguramente como otros colombianos de a pie, que el camino que tiene Petro por delante no será sencillo, y esta será una gran oportunidad de cambio. Por ahora, resalto también lo sustantivo de su discurso: por primera vez, un mandatario de América Latina asume su liderazgo en ciertos temas tales como el ambiental, el migratorio y el planteamiento de una postura alternativa con relación a las drogas. El tiempo nos dará la razón y quiero permitirme este aire de esperanza que gravita en la atmósfera colombiana.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *