¿Todavía no te han mandado a matar?

Por: José Manuel Castellano, PhD
Islas Canarias

A ti, E.C., que siempre me haces ir más allá de la simpleza.

Surgía de pronto, durante un enfrascado cruce de miradas sobre esta cotidianidad múltiple, un aparente interrogante simplón. ¿Y, todavía no te han mandado a matar, hermano?

La primera sensación recibida fue de absoluta incomprensión y asombro, a la que repliqué con una afirmación tan apresurada como contundente, “No. Todavía no, al menos no del todo”, que vino acompañado de un explícito interrogante, que encerraba una posición convencida. ¿Y por qué me van a matar? ¿Simplemente por pensar, por reflexionar, por cuestionar, por criticar, por hablar, por escribir, por enseñar? “No. Todavía no, al menos no del todo”.

No paré de defender esa idea, a pesar que la pregunta seguía rondando en nuestro interior durante esa conversación y que se prolongó a lo largo de semanas, hasta lograr entender la coexistencia de dos realidades paralelas.

Una, producto del conocimiento acumulado que nos empuja a mirar de forma quijotesca hacia el horizonte para dejar atrás ese otro mundo primitivo. A esta altura de la Historia asumimos con certeza plena que hemos superado con creces esas prácticas salvajes.

No obstante, si nos detenemos en dar respuestas a cuestiones básicas podemos detectar que esos comportamientos continúan vigentes, muy presentes. En unas ocasiones, de forma mayoritaria, envueltos en sutiles acciones imperceptibles, y de forma minoritaria a través de manifestaciones violentas y sanguinarias, que entendemos como el resultado de una minoría desalmada. Ambas son tan perversas como criminales.

Ese interrogante, aparentemente simple o superficial, nos llevó también a revisar y adentrarnos en nuestra propia experiencia de vida para llegar a la conclusión que nos identificamos con la cigarra, que tantas veces la mataron, tantas veces se murió, pero sigue aquí resucitando, cantando a la vida, a la libertad, al sol, en busca permanente de luz entre tantas tinieblas miserables de maldad. La vida es un suspiro que se deshace en un instante pero moriremos con las botas puestas, porque más importante que la vida son las ideas, sin ideas no hay vida, por tanto, aquí estamos esperando a que nos llegue la sentencia y ejecución definitiva de muerte. ¡Viva la vida!

Un comentario en «¿Todavía no te han mandado a matar?»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *