Nuestro amigo: Carlos Medina, se despidió
Por: Dr. Luis Rivadeneira Játiva
Miembro Academia Nacional de Historia de Ecuador
Constituye algo inevitable, remitirnos a la pandemia y su cortejo de muerte y pobreza, injusticia y abandono. Asistimos, a uno de los espectáculos más degradantes de nuestra historia. No hay día que se abstenga de sumirnos en el desconcierto, la indignación o la tristeza, a partir de la llegada del coronavirus –Covid19, al Ecuador, que llegó a finales del año 2019 y que todavía no termina a finales del 2021.
Los escritores, debemos escribir también sobre las tristezas, porque son parte de nuestras vidas, desde luego, junto a las alegrías. Muchas veces, la tristeza nos desconcierta y nos hace ver la fragilidad humana, cuando perdemos a nuestros seres queridos. Esto, ocurrió con nuestro amigo anteño Carlos Medina, quien se contagió del virus y luchó contra él, pero, no pudo salir con vida. Hay un vídeo, obtenido por sus familiares en el hospital, saludando con su mano a sus amigos e indicando que ya va a salir, pero, la realidad fue que se despidió de nosotros.
Es doloroso y triste volver a recordar a un amigo, pero, hay que hacerlo, porque en la vida no solo hay alegrías. A Carlos, le gustaba la música y nos invitaba a su departamento en Quito a escuchar canciones selectas, junto al exquisito ron cubano, para escuchar a los grandes cantantes: Nelson Pinedo, colombiano, enamorado de Cuba; de Joe Arroyo, de la canción en Barranquilla me quedó y lo cumplir: se quedó en esa tierra a morir; del incomparable cubano Rolando La Serie, cantando Hola Soledad, como dedicándonos esa canción en esta época de pandemia y desolación; de nuestro JJ, cantando Fatalidad y Rondando tu esquina; del inolvidable Olimpo Cárdenas, cantando Playita Mía y El provinciano. Bueno, Carlos tenía mucha música, lo que nos faltaba es tiempo para escucharla.
Su canción preferida, nos da la clave de su vida y saber que también le gustaba la música de Los Embajadores y su canción: Alma, corazón y vida.
Carlos Medina, quiso vivir, pero, la muerte, le sorprendió en una esquina.