Indolente juego
Por: Luis Curay Correa, Msc.
Vicerrector UETS Cuenca (Ecuador)
*
Jugué con lo que
menos tengo: tiempo.
*
Fui ruin verdugo
que colaba su vida
en un tamiz de avaricia,
de orgullo y sentencias.
Así nacieron desde la agitación
el primer grito, mi primera pena.
*
Más tarde, con la primavera
en las mejillas,
clavé en el corazón un nombre
de angustia, de oración y ayuno.
Juego insensible fue
pues se llevó mi alma,
la inocencia y la sonrisa.
*
¿A quién le importó sino al espejo
la hora mustia, la palabra suelta,
el roído atuendo y la moneda ausente
que me hubiese embebido
de su belleza, mi fuente?
*
En un recodo maravilloso de luz,
hubo de otorgarme, el destino,
el mayor de sus regalos:
dos estrellas de puntas curvas
y bucles majestuosos.
¡Son ellas, lo único, lo mejor!
*
Y sentado, como cuando joven,
encuentro en la soledad,
el refugio y la enmienda.
Crepúsculo ya cercano,
de espacio escaso,
de ánimo como acerico
donde sus puñales
se clavan infames, viles.
*
Cargo con las horas y minutos
perdidos en sus ojos.
Bártulos míos,
su desdén y sus burlas.
Parece una zurra del averno
esta miseria arrastrada.
*
Y es, cuando del dolor
se conoce la victoria;
así, entre sopores y temblores,
dando de su vida la ternura,
curando con su acento la desidia,
con sus manos arropando la vida,
y sus besos de colores
sepultando el odio y la ira.
*
Bella de melena crespa,
ahora eres mi estación, sol y luna;
sienta conmigo tu hermosura
de páginas tristes,
descánsala en mi pecho,
hasta escribir una historia
sin principios ni finales.