Ante un plural reto

Por: Agustín Díaz Pacheco
Escritor. Tenerife-Islas Canarias

Veloz y voraz, raudo el implacable tiempo que jamás nada ha podido ante el inmenso poder de la memoria. Hace dos años (en febrero de 2021) presentábamos éste libro en la Sala San Borondón, y el pasado día 7 del mes de marzo en la Casa Museo de Los Sabandeños, en la que para mí sera siempre calle Capitán Brotons, buen amigo de mi entrañable padre a quien dicho militar salvó de la posibilidad de ser asesinado por sus propios correligionarios.

 A éste libro, a Cuentos de otoño, yo lo suelo denominar nuestro libro, debido a la acción conjunta de Jorge Majfud, escritor y profesor en la Jacksonville University, Florida, Estados Unidos, autor del prólogo,  buen amigo del siempre recordado Eduardo Galeano, y compañero de Noam Chomsky, y también a Raúl Consuegra León, estudiante de Bellas Artes, practicante de rugby.  Ambos compañeros, ambos amigos distan radicalmente de aquellos que pretendiendo serlo han demostrado todo lo contrario.

Ahora vuelvo a incidir en lo referido a que pueden ser muchas las personas que apuesten por una cultura de carácter emancipador, que libere a hombres y mujeres de las ataduras que tratan de deshumanizarlos. En esta cultura por la emancipación, la literatura (la poesía, el cuento, la novela y el ensayo) supone una vital constante histórica, aportando creaciones en las que coinciden: imaginación, aprehensión de la más verídica realidad o una premeditada distorsión de los hechos, trazando un singular espacio esencialmente autónomo o plenamente independiente. Dichos géneros literarios vienen a constituirse en generosas tablas de salvación en sociedades donde impera el desarraigo, el individualismo y el neofascismo así como una más que reprobable neocensura, incluso ejercida por aquellos que proclaman incesantemente su calidad revolucionaria. Pero sigue predominando la neocensura y el totalitarismo.

 Junto a éstas adversidades persiste la apatía, la resignación y el entreguismo, y no favorecer en modo alguno el enriquecimiento cultural, es más,  oponerse a él,  pudiendo llegar a suponer hasta un lamentable empobrecimiento conductual. En tal sentido, existe una cuestión altamente preocupante. Consiste en los datos de lectura del Barómetro de hábitos en España. Así, solo el 64,4% de españoles han leído un libro en momentos de ocio. Mientras, el 35,65% de españoles nunca ha leído. Lo anterior corresponde a datos del Gremio de Editores de España referidos a 2021. Abundando en lo anterior, Canarias, tras Extremadura, es la comunidad autónoma con un sobrecogedor índice de lectura, sólo ha leído un 58,8%. Parece imponerse, pues, una especie de heterodoxo Fahrenheit 451. También sumamente explicativas las palabras pronunciadas por el escritor Javier Cercas ante los micrófonos de RNE (pudieron ser escuchadas en la mañana del viernes 4 de febrero de 2022): “Cuando una persona no lee, me dan ganas de darle el pésame”. En tal sentido, recuerdo que en 2010, un buen amigo y poeta, Arturo Maccanti, Premio Canarias de Literatura 2003, me dijo: “Agustín, estaba oyendo un programa de radio, y escucha lo que te voy a decir. Pude escuchar las palabras de Antonio Gala, el conocido poeta, que se me quedaron grabadas: “Cuando la política y la economía entran en una habitación, la cultura salta [o es arrojada] por la ventana”.  Estos dos asertos, el de Arturo Maccanti, por aprehender las palabras del poeta andaluz, y el de Antonio Gala por cuanto exponía metafóricamente un acertado ejemplo, se refieren directa e indirectamente a los políticos. Y es que padecemos una clase política  –con las siempre lógicas excepciones, más que obviamente-, sobre todo en Canarias, desmesuradamente mediocre, torpe y hasta cobarde (por ejemplo, en Canarias, los diferentes ejecutivos han permanecido absolutamente ajenos a las energías renovables: tanto la energía solar, eólica, maremotriz como la geotérmica, respectivamente; una clase política nunca atrevida en diversificar la economía. En este sentido, sí existe un más que interesante antecedente. Se trata del llamado Informe MITSUI, consultora japonesa de una gran multinacional, informe realizado para Canarias en 1969. Fue encargado por la Comisión del Plan de Desarrollo, anexo a Canarias y apoyado por la OCDE. Alentado por el Cabildo de Gran Canaria, presido por Juan Pulido Castro, y la Caja Insular Canaria, presidida por Juan Marreo Portugués, se basaba esencialmente en el estudio para generar una gran industria de reparación naval, en Arinaga y Puerto de Granadilla. El Informe MITSUI, teniendo en cuenta la posibilidad de establecer una fiscalidad atrayente, entre otras recurrencias, tenía en cuenta experiencias como las de Singapur y Puerto Rico, y se centraba esencialmente en promover en Canarias un proceso de industrialización. Desde 1969 el Informe MITSUI y su batería de propuestas duermen en las gavetas de determinadas instituciones. (Resulta paradójico que así, jamás ha decidido impulsar la creación de una necesaria e imprescindible vital flota pesquera e industria conservera. En 2008 me lo comentaba un economista vasco tomándonos unos vinos en un bar de Bilbao, estaba cariacontecido, y aun así no salía de su asombro). Padecemos, pues, una clase política inculta, reacia al libro (apoyando a muy concretos y mercenarios escritores, celosos caciques culturales, ejecutores de restrictivas políticas editoriales, caracterizados por ser sumamente mediocres, acusadamente neocencsores, y en algunos casos partícipes de la corrupción, clase política –sin generalizar- en ocasiones individualmente nada grata.

Se configura, pues, un nuevo orden en el norte de África, con sus consiguientes consecuencias, hasta de carácter cultural. Tengamos en cuenta que en 1974, James Schlesinger, secretario de Defensa (1973-1975) con Richard Nixon, presidente destituido mediante el proceso de destitución del impeachment, y con Gerald Ford en calidad de sucesor, y más tarde Secretario de Energía (1977-1979) con Jimmy Carter. James Schlesinger sentó las bases de una nueva estrategia nuclear, pero limitada, ofreciéndose así el camino abierto para que las islas pasaran a controlar las zonas continentales, de acuerdo, en aquella época, con los planteamientos impulsados por el Pentágono, planteamientos que se concretaron en las islas de Quemoy y Matsu, frente a China continental. En este sentido, habría que decir que el Consejo Nacional de Seguridad de los EE UU siempre ha considerado que Canarias ha de ocupar una parcela en la geopolítica norteafricana, un lugar privilegiado en el hinterland norteafricano. Por supuesto que el sofisticado armamento nuclear puede superar considerablemente la bélica estrategia convencional, pero el temor a una conflagración nuclear incide en que predominen estrategias de corte clásico, por emplear un término.  

Asistimos y padecemos, obviamente, una implacable pandemia, y también la más que preocupante crisis económica, y ambas inciden en la cultura, (MENCIONAR LA CORRUPCIÓN CULTURAL, EL PERIODISTA QUE COBRA POR HACER ENTREVISTAS) en la literatura, de ahí que en absoluto desdeñemos las situaciones altamente problemáticas y su influencia en el pensamiento, en la creación literaria, también en la elaboración artística. Sucedió con el estallido del crack, acaecido en el ‘29, tras la Segunda Guerra Mundial, generando procesos de descolonización, durante la guerra de Vietnam y también (Yon Kippur) con posterioridad, y ahora se ha acentuado con el coronavirus, crisis que aumenta y se prolonga con la invasión de Ucrania por parte de las tropas del criminal de guerra Vladimir Putin, quien reúne sobrados méritos que justificarían la legítima labor de quienes componen el Tribunal Internacional de Justicia, y quién sabe si neutralizado o apartado por algún inteligente general ruso, hastiado de la arrogancia de quien no es más que un sangriento déspota. Y hay que evitar caer en trivializaciones no hay que dejarse tentar por el maniqueísmo, la realidad es bastante más compleja por sumamente soterrada. Y ello ha de incidir en la interpretación y consiguiente tarea de muchos creadores.

 Así, por ejemplo, y lo mantuve a fines de los años setenta del pasado siglo, conviene apuntar que tras la derrota del ejército estadounidense en Vietnam, que después de la recordada distensión  auspiciada por Jimmy Carter en el marco de disputas árabe-israelí, África parece ser la destinataria de una política de transferencia de los papeles de conflictividad que de forma aguda ocuparon Asia y Oriente Medio, conflictividad hoy patente en el conflicto sirio desde 2011, respectivamente, ya que en la política de EE UU nunca se ha descartado el ejercicio  triangular en su día compuesto por Marruecos, Sudáfrica y Egipto, con la inclusión del Zaire,  ahora en un contexto de crispación por la agresión a Ucrania por parte del ejército ruso, a las órdenes del autócrata Vladimir Putin, antiguo coronel de la KGB en la ya extinguida República Democrática de Alemania, a Canarias le sigue correspondiendo un puesto en el aludido hinterland norteafricano. Todo lo anterior se refuerza tras la política llevada a cabo por la OTAN, consistente en continuar ampliando sus países miembros  (actualmente conformada por 22 países, siendo susceptibles de integración Suecia y Finlandia sin que se descarte la posibilidad de que pueda hacerlo Taiwán). Recordemos que el gobierno de EE UU, no su pueblo, no tiene amigos, tiene intereses, persigue codiciosamente beneficios. Es así como Marruecos, debido a su política antiterrorista, definida en la contención del yihadismo, sea un aliado estratégico de EE UU e Israel, mientras el gobierno que preside Pedro Sánchez consiste en ejecutar una política discutible  respecto a Marruecos, mientras que para otros se trata de aplicar una realipolitik. Se habla del reconocimiento de los derechos de Marruecos sobre el Sahara y que ha habido un pacto referido a la españolidad de Ceuta, Melilla y Canarias. Tal hipótesis no pone a Canarias al resguardo de futuras acciones de la monarquía marroquí, y se pueden elevar diversas y variadas hipótesis sobre el futuro del archipiélago canario, y algunas de las hipótesis enumeradas son potencialmente preocupantes. Quepa precisar que el gobierno marroquí ha llevado a cabo una inteligente y eficaz política exterior, frente a la demostrada por inconvincentes sucesivos gobiernos españoles, y Marruecos también lo ha sabido ejecutar en materia militar.

Marruecos, y también España, obviamente, sin olvidar a Argelia, tienen un serio problema, que para algunos consiste en una obsesión, y dicho problema es el del Sáhara y el del FPolisario. Sabedores del derecho de autodeterminación que le corresponde al Sáhara, precisemos que el FPolisario mantiene desde hace 47 años un peculiar sistema de gobierno basado en el partido único. Ante este inesperado hecho, ha surgido el Movimiento Saharui por la Paz (MSP), que nacido de las propias entrañas del FPolisario cuestiona muy críticamente a éste, poniendo en tela de juicio el papel llevado a cabo por Argelia, a la vez que condena también la política desplegada tanto por España como por Marruecos. En otras palabras, Canarias se halla ante un polvorín situado en el Norte de África, porque junto a la hegemonía de Mohamed VI consistente en lograr el Gran Marruecos, permanece desde siempre la intención de Argelia centrada en buscar una salida al Océano Atlántico. Y si tras Marruecos están EE UU e Israel, esencialmente, tras Argelia permanece Rusia y China.

Ante el fenómeno de la inmigración, paradójicamente todos los gobiernos autónomos canarios han desdeñado una reconsideración y consiguiente revisión en profundidad del Estatuto de Autonomía de Canarias.

 Lo que se podría plantear en torno a una deseada Ley de Residencia Canaria, que tendría incluso previsibles repercusiones en la cultura (porque se podría pensar a cuento de qué estas palabras en la presentación de un libro, de Cuentos de otoño, en este caso, pero existen sobradas razones), viene determinada por la creciente afluencia de ciudadanos extranjeros asentados en diversos puntos de la geografía, aparte del trastorno ocasionado por el crecimiento demográfico debido a la afluencia turística, ahora considerablemente menguada por la pandemia, pero no extinta en un futuro. Esto se acentúa considerablemente dada la escindida estructura geográfica de Canarias, que suma 7.446,95 kilómetros cuadrados con una población de 2.237.390 habitantes. (Y consideremos que en dicho territorio con los habitantes ya citados, concretamente en el pasado mes de marzo, se procedió a dar justa entrega en La Laguna, Tenerife, del IX Informe FOESSA sobre Exclusión y Desarrollo Social en Canarias (2022). En dicho informe las tasas de pobreza en Canarias siguen siendo superiores a las habidas en toda España, que arroja una desconcertante cifra, aproximadamente 425.000 canarios son los afectados. En dicho informe se alude a los jóvenes, y es que uno de cada tres jóvenes entre 19 y 29 años de edad, están afectados por procesos de exclusión social (33 %). Además, la crisis generada por la pandemia ha precarizado triplemente llegando a alcanzar a casi 130.000 hogares (15%), que dependen económicamente de una persona que padece inestabilidad laboral grave. Por su parte, el paro de larga duración alcanza a más de 50.000 familias duplicándose el desempleo, dándose en Canarias más de 200.000 núcleos familiares donde todas las personas se hallan en paro.  Estimar igualmente el apartado sanitario, y es que más de 180.000 hogares (21%) han dejado tratamientos o ya no adquieren medicinas debido a problemas económicos, y en lo relativo a la salud mental  afecta a más de 400.000 personas. En cuanto a la vivienda, la combinación entre altos precios y bajos o inestables ingresos provocan que más de 165.000 familias, una vez realizado el pago del alquiler o la hipoteca, se sitúen en situación de pobreza extrema. Extremadamente preocupantes los datos de dicho informe, y habría que preguntarse si buena parte de la población canaria conoce dichos datos. Mientras tanto, en numerosas ciudades canarias se atiborran bares y restaurantes, se dilapida el dinero en ocasiones de manera escandalosa. Una situación así demanda también que se arbitren leyes para regular el tránsito de personas. ¿En tal sentido, cuál es el grado de compromiso de los creadores (poetas, narradores, novelistas y ensayistas) con tan adversa situación? La respuesta está en el viento, como dijera Bob Dylan.  Es bien evidente que existen sociedades que en las que (¿aparentemente?) parece darse la convivencia, en realidad persiste y hasta aumenta la crispación. Sin embargo, ante tan adversa realidad qué literatura emprender, qué poesía, cuento, novela o ensayo realizar?  Comprometerse,  ir por libre, preocuparse por los demás, enaltecerse a sí mismo? Son las permanentes preguntas sobre el papel de los creadores. A comienzos del año 2000 llegó a mis manos un sugerente libro, Escribir… ¿Por qué? ¿Para qué?, que editado por Monte Avila Editores (239 páginas, 1974) reunía las intervenciones de numerosos pensadores franceses que concretaban su creatividad en la práctica, así: Maurice Nadeau-Roland Barthes, Georges Duby- Pierre Barberis, Philippe Sollers-Marcelin Pleynet, Jean Ricardou-Georges Raillard, Michel Butor- Henri Pousseur, Jean Daniel-Jean Lacouture y Jean Pierre Faye- Jacques Roubaud  (A DESARROLLAR). De todas maneras, el trato conferido en Canarias a la cultura es bien manifiesto, trato que se concreta en quienes la generan. Recordemos, y lo sé porque lo viví muy de cerca en la figura de su protagonista, las continuas humillaciones perpetradas en la persona de Arturo Maccanti al denegársele reiteradamente el Premio Canarias de Literatura, acción llevada a cabo por quien también conspiró contra mi persona y quien ambicionaba el puesto que yo desempeñaba, esto es, Director Literario de la Colección Nuevas Escrituras Canarias para la provincia de Santa Cruz de Tenerife, y Co-Director Literario para toda Canarias, junto al también escritor Emilio González Denis. Era el mismo Arturo Maccanti quien deploraba ese trato, y en tal sentido existen  documentos grabados (Radio San Borondón, por ejemplo). AUMENTAR EL CONTENIDO REFERIDO AL MENOSPRECIO A LA CULTURA, HASTA GUARDAR RELACIÓN CON LA LEY DE RESIDENCIA CANARIA.

Mientras tanto, otros países sí se han planteado con manifiesta efectividad establecer Leyes de Residencia, y a título de ejemplo, islas como las de Man, Feroe, Córcega o el territorio especial de la Isla de Pascua [Rapa Nui], Chile.   La importancia neurálgica de que Canarias debe tener una Ley de Residencia, resulta del todo incuestionable.

 Y considerando lo anterior, tengamos en cuenta esta democracia lactante junto a un apocado Gobierno central, tengamos en cuenta que en Canarias padecemos un gobierno autónomo fruto de un pacto [el llamado Pacto de las Flores] Ejecutivo regional que se desearía mejor, bastante mejor y diferente, dotado de mayor capacidad de gestión y con resolutivo carácter solvente. Y esa misma clase política a la que he hecho alusión es altamente responsable de la insatisfactoria situación educativa y cultural existente, y responsable también  -por su irrefutable omisión- una sociedad civil que se mueve entre la indiferencia, la incultura y una actitud objetivamente cómplice. La primera, la clase política, parece no haber leído –ni lo desea efectuar- el Oráculo manual y arte de prudencia, de Baltasar Gracián  o  El tratado de la tolerancia, de Voltaire (Enrico Berlinguer, secretario general del Partido Comunista Italiano, el mismo que iba a recoger a su esposa cuando ésta salía de misa,  animaba a los militantes del PCI a leer El tratado de la tolerancia, en España, mientras,  la dirección del PCE hacía proliferar vulgatas. Evidentemente, el PCI se nutría de la sapiencia intelectual de un “filósofo de la práctica”, esto es, de Antonio Grasmci, en cuanto al PCE, tan sólo excepciones, se trata de una clase política en la cual está presente –sin generalizar- el embrutecimiento definido por el sectarismo y la prepotencia político-ideológica. Como tantos miles de compañeros, que decidimos abandonar el PCE, en mi caso personal no dudé en hacerlo voluntaria y definitivamente en 1984, partido en el que se respiraba el más acusado sectarismo. Quedaba atrás  –pero siempre presente en la memoria- mis inquietudes, iniciadas en la HOAC [Hermandades Obreras de Acción Católica], cuando tenía 20 años de edad, trabajaba como auxiliar administrativo y por las tardes estudiaba una carrera universitaria de grado medio, acudiendo muchas veces a las clases haciendo auto stop, y es que trataba de ser puntual. Trataba, como tantos otros adolescentes y jóvenes, en desterrar el descompromiso y su consiguiente fragilidad, tratábamos de superar días rectilíneos, de una monotonía que invitaba a la claudicación, y sólo a través de la lectura y de mantener determinadas aspiraciones se podía dejar de residir en una especie de cementerio en los que abundaban ambulantes cadáveres verticales.  

 En cuanto a la inmadura y frágil sociedad civil canaria, esta se ha acostumbrado, convirtiéndolo en estado estructural, al “deja ver”, “déjame pensar”, “ya veremos”, “quizá”, “posiblemente”, “mañana hablamos”, “yo te llamo o ya te llamaré”, “mejor callar” o “¡qué le vamos a hacer, así es la vida! ¡Cristo quiso redimir el mundo y mira cómo murió, crucificado, bien crucificado!”  -calvario del todo revelador-, pongamos por caso. Padecemos, pues, una clase política y una sociedad civil bastante desnortada, carente de un imprescindible GPS.  Y es que cuando permanecer en los cargos no es la consecuencia de una conducta, sino que la conducta tiene como único fin permanecer en los cargos, se contribuye a homenajear a la más desmedida ambición; cuando en la sociedad civil abunda la descalificación, el “quítate tú para ponerme yo”, es necesario tomar conciencia, acopiar conocimientos y darle alas al incisivo bisturí de la decisión. O sea, la clase política y la sociedad civil son víctimas de los efectos de la apoptosis, la conocida célula que se destruye a sí misma, pero que en este caso no es para regenerarse, precisamente. Existen políticos que nos recuerdan a un chiste que refleja a los amantes de lo ajeno, chiste titulado La moda de los bolsillos: “Entre rateros: -¿Para qué has comprado ese periódico de modas? –Para saber en qué parte se van a llevar los bolsillos. No me gusta trabajar a ciegas” (La risa del mundo. Antología del humor universal, página 200, José Janés Editor, Barcelona, 1951). Esta misma sociedad, y sus representantes, en el caso de España y en lo que concierne a Canarias, permanece de espaldas a la realidad económica y social, poniéndole demasiado fácil las apetencias hegemónicas del feudal gobierno de Marruecos, por ejemplo, cuya monarquía impulsa a su ejército de inmigrantes para que “residir” en nuestro archipiélago, y buena parte de ellos se encuentran en edad de prestar el servicio militar (obligatorio en Marruecos), ayudando más a los inmigrantes que a los propios canarios, careciendo muchos de éstos de cobertura económica o recibiendo una exigua ayuda económica. Ampliamente entendido, debe llegar el momento en que Marruecos deje de convertirse en el Talón de Aquiles de España. PRESTAR MUCHA ATENCIÓN: Tanto estas personas, de edad madura y hasta de avanzados años, merecen la mayor atención, la más legítima protección, y prestar sobrada atención a la juventud porque poner en duda a los jóvenes de nuestros días es tan injusto como temerario, máxime dada la pandemia, ya que supone cuestionar y hasta victimizar al futuro. Proteger, animar e impulsar a la juventud es apostar por un buen futuro. Se debe ejercer la solidaridad diacrónica, concepto que leyendo un libro –en junio de 1984- de Ramón Tamames, Utopía y contrautopía. Diez Claves para 1984, circunscribía la solidaridad diacrónica al apartado ecológico, pero estaba precedida de consideraciones intergeneracionales, y argumentaba Ramón Tamames: “Además, hemos de perseguir esa solidaridad diacrónica, única base de una ética ecológica, basada en el principio de que no nos pertenece lo que hemos recibido del pasado. Es un usufructo, y hemos de legarlo a las generaciones venideras”. (op. cit. página 58). Con anterioridad, un príncipe que entregó sus propiedades a personas desposeídas, un príncipe anarquista llamado Piotr Kropotkin, mantuvo bien nítida su confianza en la juventud.  

 Pero situados en una realidad poblada por personas como las descritas, ¿qué tipo de literatura concebir, una especie de poesía cultista, quizá emprender narrativas desligadas de los hechos que cotidianamente acontecen, pero sin que por ello deba subordinarse política-ideológicamente? Son preguntas ineludibles.

Y lo anterior se torna más complejo, para Canarias, porque el feudal rey de Marruecos espolea una especie de Marcha Verde, trocada ahora en Marcha Azul ya que lo hace a través del mar. Y recordemos el chantaje de la migración marroquí demostrado en Ceuta (PRECISAR EL AÑO)  cuando más de 8.000 personas violaron la frontera en día y medio (36 horas).  Pero la clase política da muestras de carecer de voluntad de visión (el peor ciego es el que no quiere ver), tanto ante los enormes problemas internos que subsisten en Canarias como de visión de futuro y de garra resolutoria.

Puestos en esta situación, el panorama cultural ha resultado casi devastado, convertido en un erial, y es que junto a la desidia de la política cultural, muchos creadores han apostado por enaltecerse a sí mismo, y mientras unos han optado por insistir legítimamente en su proyecto personal otros han podido mantener determinada visión plural. Junto a abnegados creadores están quienes se caracterizan por ser perfectos alpinistas, contumaces trepadores. A la lado de creadores austeros, creadores que se vanaglorian de su propio quehacer. Jamás escuché decir a Félix Casanova de Ayala, Isaac de Vega, Rafael Arozarena, Domingo Pérez Minik, Arturo Maccanti, Carlos Pinto Grote, Rafael Alberti (con quien varios jóvenes militantes del PCE hablamos en el paraninfo de la Universidad de La Laguna, poeta acompañado por la actriz catalana Nuria Espert), Antonio Tabucchi o José Saramago, jamás, repito, escuché que dijeran ser escritores, se limitaban a ser excelentes creadores. Enormes buenas personas, de profunda raíz humana, definidas por una elegante sencillez.  Al escribir es esencial la sensibilidad creativa y también un profundo respeto por sí mismo y por los demás.

Entonces, conscientes de la existencia de una sociedad profundamente superficial -valga el oxímoron, la más irrefutable contradicción- como la canaria, esta trágica pandemia ha alzaprimado la incertidumbre, agudizando y patentizando no sólo la reiterativa condición humana sino que cobren absoluta plenitud las palabras del pintor Antonio López: “No creo que salgamos mejores de esta crisis [la pandemia]”.  La pandemia  ha expandido la victimización  por el coronavirus e impuesto, limitada desde el día 20 de abril (ya padeceremos las consecuencias,  vaya que si las padeceremos), la estética del enmascaramiento, o sea, el uso continuado de la mascarilla profiláctica se constituyó en idónea trinchera (dónde los labios, qué del temblor de los músculos maceteros, de los pliegues de los cornetes nasales, etcétera) para beneficio de todo tipo de personas poco o nada recomendables. Evidentemente, en esta pandemia se han alzaprimado subgéneros literarios a tener en cuenta. Uno de esos géneros o subgéneros, la ciencia ficción, aborda la deshumanización y la más temible omnipresencia del poder, subgénero literario al que inteligentemente  se entregaron escritores como Yevgeny Zamiatin, George Orwell  (siendo militante y miliciano durante la guerra incivil en Cataluña del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), formación trotskista con influencias anarcosindicalistas, resultando herido, conociendo en su propia carne las atrocidades del estalinismo  –sádico pariente del nazismo-, protagonizadas por el siniestro comisario Orlov, o sea, George Orwell creador de lúcida inteligencia y visión anticipada, se podría decir que profética mirada, pasa de militante comunista a escribir dos históricas novelas, Rebelión en la granja y 1984, obras leídas por muchas personas antes y después de abandonar organizaciones como el PCE), Aldous Huxley o Ray Bradbury, creadores de universos de silenciosa oscuridad. La pandemia, con el confinamiento habido entre el 14 de marzo y el 4 de junio de 2020, y luego de los oscilantes niveles, ha puesto de relieve que persiste y hasta aumenta la banalidad, la simpleza y la ramplonería, es decir, la decepción que originan muchos seres humanos, con las siempre acostumbradas excepciones, obviamente. Pero se debe insistir y hacer efectiva la más tenaz, decidida y firme resistencia cultural, de la cual nos habló certeramente John Berger, escritor, creador plástico y crítico quien colaboró periodísticamente con el avanzado Tribune, publicación editada por su amigo George Orwell. A tener en cuenta lo argumentado por George Steiner: “Sucede que en este planeta el noventa por ciento de los seres humanos prefieren, y están en su derecho, la televisión más idiota, la lotería, el Tour de Francia, el fútbol, el bingo antes que Esquilo o Platón. Durante toda la vida uno espera equivocarse y cambiar el porcentaje mediante la enseñanza,  la diseminación de museos, las casas de la cultura. ¡Pero no! ¡No! El animal humano es muy perezoso, probablemente de gustos muy primitivos, mientras que la cultura es exigente, cruel  por el trabajo que exige” (La barbarie de la ignorancia. George Steiner en diálogo con Antonio Spire, Taller de Mario Muchnik, páginas 65-66, Madrid 1999). La relevancia de lo expuesto por George Steiner es irrefutable. La cosificación del ser humano, su enorme superficialidad, la ausencia de interés por lo que está más allá de una realidad que lo trastorna y domina, lo afecta cultural y políticamente. 

Así, la historia, la realidad existente en España, en Canarias, demanda que se tengan en cuenta, entre otras, las ideas regeneracionistas en su día propugnadas por Joaquín Costa, puestas al día, obviamente, quien contaba con la solidaridad crítica de Miguel de Unamuno, Ortega y Gasset o Manuel Azaña, entre otros, y pasar de ser una nación frustrada, la española, a refundar una bien diferente España en la cual las palabras, los principios constitucionales, leyes y reglamentos se traduzcan en verídicos hechos. Que los ciudadanos se sientan dignamente amparados. Es preciso cumplir con un  principio, Facta non verba. Frente a la retórica prometedora, en ocasiones nada verosímil, el poder trata de convencer de que existe una muy distinta realidad.  

Y en esta adversidad histórica, éste libro, Cuentos de otoño, obra que me ha supuesto una especie de oasis en un despiadado desierto de silencios sitiados y realidades mutiladas, en los murmuradores burgos  podridos que diría Manuel Azaña, Cuentos de otoño me supuso un reto para llegar a cierto horizonte. Es infinito el número de ciudades que nos recuerdan a los dos minutos de odio, rito inscrito en la distópica y futurista novela 1984. En determinadas colectividades constan los dos minutos de odio y la enorme tortura que caracteriza a la Habitación 10. Trabajé en las narraciones que componen Cuentos de otoño (cuatro de los diez cuentos corresponden a libros precedentes, constituye una legítima licencia literaria, respaldada por quien prologó Cuentos de otoño, o sea, Jorge Majfud) impulsado por la más efectiva solidaridad de un escritor y profesor universitario uruguayo (profesor de la Jacksonville University, Florida, EE UU) Jorge Majfud, a quien conocí en 2004, excelente amigo que jamás antepone la amistad a sus sobradas cualidades críticas,  y con la efectiva colaboración de Raúl Consuegra León, joven al que conocí accidentalmente a las seis de la tarde de un 10 de febrero de 2020 cuando se hallaba en una tienda de discos, propiedad de un buen compañero, Jorge de nombre. Raúl, viajó apresuradamente debido a la declaración del estado de alarma por la pandemia. Lo efectuó un 13 de marzo a Fuerteventura, llevando consigo  mis cuentos y leyéndolos en casa de sus padres, procediendo a interpretarlos y a dibujar diestramente las ilustraciones que figuran en Cuentos de otoño y su portada, y mientras tanto, yo en Tenerife, escribiendo y leyendo. Ambos, recluidos por la doble incertidumbre de la pandemia.

 Personalmente mantengo bien nítida la noción de que el cuento literario es mucho más difícil que afrontar la elaboración de una novela. Intentando superar el islocentrismo, manido recurso socorrido por algunos escritores ubicados en muchos territorios, entre ellos el de Canarias. Las islas también pueden limitar, llegan a estrangular. Pero para rendirle extrema atención a la naturaleza están los geógrafos, por ejemplo, mientras que quienes se entregan a la literatura deben sortear las trampas tendidas por una circundante realidad geográfica que puede apresar, y cuidando muy mucho de ser rehenes de una especie de neopanteismo –que no ecologismo–, rindiéndole exacerbado culto a las bellezas existentes en nuestras islas. El cuento demanda una enorme concentración, también la novela, por supuesto, pero en el cuento cada palabra es de oro para dorar y enriquecer la brevedad, (CITAS DE AUTORIDAD) y también el cuento literario ha de atreverse a transgredir, que en el caso que nos ocupa, es ocuparse del ser humano y sus circunstancias. El paisaje debe jugar un papel secundario, un sustento material por el que discurren diversos y variados protagonistas. Me refiero a una literatura para dotar de sostenibilidad física al ser humano y que a través de esa misma sostenibilidad intente trascenderla. Por atrever un ejemplo, teniendo como referencia a un bar, cuando un camarero porta una bandeja, ésta bandeja supone una base material, es decir, ejerce estáticamente la misma sustantividad que viene a suponer un paisaje, y es entonces cuando el camarero portador de la bandeja se constituye en representante de la epicentralidad propia del ser humano. Porque el hombre y la mujer, su inherente complejidad, es la que merece atención y en muchas ocasiones rehabilitación y defensa, demandando un esencial ejercicio, viajar estáticamente en búsqueda de sí mismo –y recordemos lo inscrito en el Templo de Delfos o en la filosofía de los estoicos o en las propuestas budistas-  y prosperar en el intento de búsqueda del complejo interior de los demás. Se asemeja a la práctica de un espeleólogo, de un explorador que busca con su voluntad y mediante su mirada y sus pasos geografías incógnitas, de un alpinista que ansía establecerse en preciadas alturas, de un navegante que atreve sus singladuras para recalar en un ansiado puerto, de un monje que situado en un templo hace que su mente viaje a veces incesantemente pero sin moverse ni un ápice del lugar en el que el que él se halla situado. Esta agilidad estática es un ejercicio mental, una práctica narrativa, un hondo discurso indagatorio, el mismo que en muchas ocasiones por respeto hacia el lector no ofrece todas las claves de su creación literaria sino que omite, apelando a las tesis contenidas en la teoría de la omisión (la teoría del iceberg)  llevada a cabo por Ernest Hemingway, escritor que siempre estuvo junto al borde del abismo, y efectuada por algunos que otros escritores reacios al facilismo narrativo, por ejemplo.  Y es que también existe una categórica diferencia, y consiste ésta en la más que abismal diferencia entre el oficio de escribir (poesía, narrativa, novela o ensayo) y la práctica de redactar, y no me refiero al periodismo, género que muchos hemos practicado y que merece el mayor respeto y admiración. Ante una literatura epidérmica, evasiva y hasta huidiza, netamente superficial, excesivamente cauta, pero por defecto, ante una literatura que evita arriesgarse, existen creadores que optan decididamente por bucear en el interior de sí mismos, sumergirse en el propio yo, para también intentar hacerlo en el interior de los demás. Esta especie de espeleología, esta búsqueda, a veces incesante y en muchas ocasiones rayana en lo obsesivo –exento de patologías, por supuesto–, este sueño despierto que combate tanto lo ilusorio como lo delirante, esa mirada despierta que va más allá de lo que se contempla, exige, demanda profundizar, hacerlo como un médico observa y explora detenida y minuciosamente a un paciente. Y en muchos casos el hombre o la mujer que se enfrenta a una idea está como observando la realidad a través de un avanzado aparato electrónico que indaga órganos, músculos, osamenta, como lo haría un médico, salvo que para un escritor éste aparato lo constituye un retador folio en blanco que a veces llega a estremecer por las demandas consustanciales al antiguo oficio de escribir. Se mantienen opciones que implícitamente ejercitan la narrativa como un divertimento, en muchas ocasiones como un insaciable deseo de ridícula e hilarante vanidad y hasta de insoportable ostentación, pero hay quienes sostienen que estas prácticas constituyen la consagración de la mediocridad. Hay quienes han asimilado una consigna, la misma que sirve de escudo ético, y que para mí ha consistido desde que era muy joven en: Festina Lente Etiam. Si Omnes Ego Non, o sea, Apresúrate despacio. Todos los demás, yo no.

Llegado el tiempo en que, a pesar de muchas dudas, seguimos confiando en ese escritor ciego que no tiembla mientras en su lúcida oscuridad escribe minuciosamente la insólita biografía de Dios. Y preguntándonos cuál es el mes que existe entre diciembre y enero, como se interrogaba Pablo Neruda en su texto El libro de las preguntas. No vivimos en el caos, puesto que nosotros podemos ser y hasta consolidar el desorden establecido del que nos hablaba el filósofo personalista Emmanuel Mounier.

Cuentos de otoño constituye un paso más, sin pretensiones, respondiendo, eso sí, a una íntima exigencia personal. Y debo agradecer, profundamente, el permanente ánimo dado por el escritor y profesor Jorge Majfud, amigo de Eduardo Galeano y compañero de Noam Chomsky, y persona de elegante sencillez, y a Raúl Consuegra León, joven intelectualmente inquieto, y agradecer también el texto concebido por el escritor J.J. Armas Marcelo, aparecido en El Cultural, texto que él tituló, Noticia de un “outsider” llamado Agustín Díaz Pacheco (El Cultural, 26 de mayo, 2021), máxime cuando yo no le había solicitado ni insinuado que publicara su personal impresión respecto a nuestro libro. Fue la suya una generosa manifestación de su capacidad crítica literaria. Agradecido por el apoyo anteriormente expuesto, sobre todo al recordar las palabras de José Mariano de Larra: Escribir en España es llorar, lo cual obtiene la más cruel réplica en Canarias, porque los creadores que elaboran sus trabajos en Canarias, ya sean escultores, ceramistas, dibujantes, pintores, teatreros, poetas, narradores, novelistas, ensayistas, fotógrafos, cineastas, llegan a ser hostilizados, bien con la indiferencia, con el desdén y con la injuria y hasta con la calumnia. He sido testigo –omitiré nombres y apellidos–, de cómo magníficos creadores han sido vilmente marginados, y tan sólo pseudorreconocidos al fallecer, a veces en lamentables condiciones. Es la nuestra una sociedad donde abunda la incultura, sociedad gobernada por una clase política en la cual predomina una doble incultura, la que se desearía propia del conocimiento y la de la cultura como razón vital, donde la escultura, la pintura, la literatura (poesía, cuento, novela, teatro y ensayo), la fotografía y el cine resultan hasta desdeñados. El libro, el conocimiento, el pensamiento crítico, incomodan a una burguesía sumamente mediocre y ramplona y no digamos ya a un poder excluyente y miserable.

Ante esta realidad, no es que muchos creadores hayan desertado, se han apartado voluntariamente sin que haya mediado un fraccionamiento psicológico o una interesada mudanza, se han apartado para que nos les vomiten encima o que incluso ellos puedan vomitarse a sí mismos, en todo caso, no desean el vómito, persiguen reencontrarse en la soledad, en la propia y en la que analíticamente observan en una multitud mutilada y nihilista, erosionada por el egoísmo, la envidia, el odio, el rencor, y cómo muchos de los mutilados existenciales viajan a bordo del navío de la paradójica muerte vivida, del permanente final inacabado. Quienes se han apartado han optado por lo aconsejado por el escritor alemán Ernst Jünger, en una de sus extraordinarias obras, La emboscadura (Tusquets Editores (Ensayo Tusquets, 174 páginas, Barcelona, 2002): “La emboscadura tampoco significa: la viña o…, sino que significa: la viña y la nave. Es creciente el número de las personas que desean abandonar la nave y entre ellas se cuentan también cabezas agudas y espíritus buenos. Pero en el fondo esto equivale a querer desembarcar en alta mar. Hacen entonces su aparición el hambre, el canibalismo y los tiburones, en suma, todos aquellos horrores que se nos han contado de la balsa de la Medusa. De ahí que en todo caso sea aconsejable permanecer a bordo y en cubierta, aunque se corra el riesgo de volar también uno mismo por los aires con la nave. Esta objeción no va dirigida contra el poeta: tanto con su obra como su existencia pone de manifiesto la inmensa superioridad del mundo de las Musas sobre el mundo de la Técnica. El poeta ayuda al ser humano a encontrar el camino de vuelta a sí mismo: él es un emboscado”.

 Lo antes mencionado, que parece una huida o un pretexto recurrido para no participar, invita a plantear lo siguiente. ¿Se apostaría por una cultura emancipatoria? Hay creadores trabajando calladamente,  casi en el anonimato, atendiendo a íntimas exigencias de salubridad ética. Esos creadores  quieren y saben eludir la endogamia cultural y sus ecos, la endogamia literaria, por ejemplo, algunos de cuyos componentes han sufrido la más abyecta neocensura llevada a cabo por quienes se han convertido en mercaderes, los mismos que les cobran a los autores por las entrevistas que les realizan y velozmente les son publicadas. Existen quienes pretenden constreñir la existencia a una actividad sacralizada, reverenciada. En tal sentido, ¿hemos de secularizar la literatura? Tal vez supondría una muestra de emancipación, no acatar dogmas, mostrarse inexpugnable ante la tentación del sectarismo y la miseria del patológico beneficio personal, lo cual acontece cotidianamente, ambicionando expandirse, secuestrar, jibarizar, neutralizar o erradicar el pensamiento crítico. Y éste indispensable pensamiento crítico puede y debe consistir en consolidar la libertad y la dignidad inherente a todo ser humano. El pensamiento crítico constituye la esencia de una libertad consciente y plenamente efectiva y gratificadora existencialmente, tanto individual como colectivamente, libertad en la que se desea predomine el equilibrio, la convivencia, la tolerancia, un profundo avance económico y social, incrementar considerablemente la enseñanza (la primaria, secundaria y universitaria) y apoyar económica y socialmente a hombres y mujeres entregados a  la cultura, porque ésta, la cultura supone la médula de la dignidad. Principios todos imprescindibles para alcanzar un bien distinto y más que merecido sistema político, radicalmente distante del delirante naufragio que algunos atreven deliberadamente en perpetrar. Más que evidentemente, ciertas personas no han avanzado conductualmente, profesionalmente, y sobre todo éticamente, vienen a constituir  rescoldos de la hoguera que fecunda el más abominable egoísmo, seres adversos a la luz, personas apagadas exterior e interiormente que rebaten implícitamente su propia condición de hombres o mujeres, seres desdichados que atacan a la misma condición humana. Por lo tanto, atrever el aproximarse a un horizonte que enaltezca a los seres humanos, a la cultura, al pensamiento crítico, a la luz que debe iluminar los pasos dados por hombres y mujeres que aspiran a una sociedad mejor. He aquí el reto, he aquí la necesidad de intentar permanentemente ser mejores. Constituye un reto, un imprescindible reto, de lo contrario, evadir, tratar de sortear dicho reto puede hundir en el infierno de la miseria existencial.  

En la Noble Ciudad que Abraza al Mar, 25 de abril de 2022


Texto leído en la presentación de CUENTOS DE OTOÑO, celebrado en la Casa Museo Los Sabandeños, Tenerife, el lunes 7 de marzo de 2022 y con la participación de Jesús Rodríguez Castellano, escritor, Raúl Consuegra León, dibujante e ilustrador de la obra, Lourdes Hernández, escritora (poeta), Elena Villamandos, escritora, Ana A. García-Ramos y Fernández del Castillo, pintora y escritora, y Rafael Fernández Hernández, profesor de Literatura y crítico literario, y del autor del libro, Agustín Díaz Pacheco, escritor.

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