Emigro de mí
Por: Rubén Darío Buitrón
Ecuador
*
Me voy con el peso del alma sobre los hombros.
Me deshago. El cuerpo traduce idiomas extraños. Sombras nuevas.
Invento recuerdos para irlos masticando mientras dure la travesía.
Algún perro anunciará mi leve paso por la ruta del infortunio.
Me mirará. Hará silencio cuando entienda que la vida solo es un estruendo y una desnudez.
Me desmaterializo. Mis palabras sostienen los pies desahuciados.
Llueve. Por dentro caen lágrimas inobjetables y empedernidas.
Bajo la humedad se confunden las reflexiones y los objetivos.
Aún no llego, pero ya es posible percibir el olor de lo extraño, de los ruidos desconocidos.
Una escasez movió mis huesos y me lleva de la mano.
Otra escasez seduce mis desprevenidas fortalezas y me abre los brazos frágiles y temblorosos.
Cuando se acerca el arribo escucho una canción que no identifico.
Ahora me detengo. Es brusco el recibimiento que me hago.
He empezado a rezar. La humildad es un piso por barrer y unos platos ajenos por lavar.
Estoy en mi nuevo yo. Ahora seré y no fui. Se trata de levantar el muro que en el allá derribé.