El estratega en apuros

Por: Mateo Cedillo Pacheco
Estudiante universitario y miembro de CES-AL, Cuenca (Ecuador)

El historiador italiano Indro Montanelli narra una obra muy particular sobre la experiencia de un estratega ateniense que concentró al pueblo dentro de sus murallas para resistir el asedio de sus enemigos. Esta estrategia, usual para la época, le funcionó por un tiempo prolongado, pues los habitantes disponían sin preocupación de agua y alimentos que los abastecían dentro del límite amurallado. Quizá el procedimiento del estratega era satisfacer las necesidades por medio de la dirección, la protección y el orden, cuyo resultado lograba cosechar la confianza del pueblo en su sabiduría durante la toma de decisiones.

Entonces, ocurrió lo inesperado: llegó una terrible peste. Con esa condición, la estrategia del encierro-muy buena para el asedio militar- se volcó contra el pueblo, convirtiéndolo en una trampa mortal. Los atenienses invadidos por el pánico, en lugar de buscar el virus que los infectaba, se dedicaron a buscar el culpable y lo encontraron en la persona del sabio estratega. Al final lo terminaron sancionando furiosamente con las más duras penas. Al saber de este curioso pasaje, alerté que lo narrado por Montanelli es un evento que se repite con frecuencia en la historia de la vida republicana de los países, porque el primer candidato a culpable suele ser la persona que está al mando, aunque antes haya sido respetado.

La principal lección aplicable a la realidad circundante del Ecuador radica en no reconocer los errores del paradigma financiero. Según el físico e historiador estadounidense Thomas Kuhn (1969) menciona que un paradigma es un “modelo de problemas y soluciones en un campo del conocimiento”. Entonces, un nuevo paradigma nace de un conflicto, que se reconoce por los ruidos del resquebrajamiento del modelo vigente, que se desploma, que le precede una fecha de vencimiento o que ha sobrepasado su tiempo de vida útil. En nuestro país, el paradigma económico para la segunda década del siglo XXI ya no le sirve más y pronto los ciudadanos se volverán en contra de quienes malamente lo han dilatado. El principal estratega debería procurar la aplicación de una autoridad y liderazgo adaptativo que alivie la peste de la hiperinflación, el bloqueo político y la angustia social antes de ser juzgado por las espantosas penalidades ecuatorianas, aún más oprobiosas que las atenienses.

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