Muy agradecido
Por: Mateo Sebastián Silva Buestán
Premio Jóvenes Creadores “Erick Jara Matute” 2022
Muy buenas noches con todas y con todos. Sí, he de enfatizar en el saludo global, dado que la horizontalidad ha de ser un principio digno de rescatar. Primeramente, quiero agradecer la presencia de todo el público asistente a este acto de significativa importancia tanto a nivel personal, como colectivo y cultural. Resulta gratificante celebrar este tipo de eventos, en este tipo de espacios que, de alguna manera, nos unen, nos apegan, aunque sea por un momento, a las diversas manifestaciones artísticas y creativas, cualidades inherentes al Humano; características que, esperemos, nos nos hurten en todo este proceso de malsana homogenización, llamado ¨nuestros tiempos¨. Por estar aquí, por haberse dado cita, infinitas gracias.
Me siento muy complacido de haber sido nominado y haberme hecho acreedor al premio ¨Erick Jara Matute¨, bajo la modalidad ¨Jóvenes Creadores¨, dentro de los reconocimientos anuales llevados a cabo por la Editorial Centro de Estudios Sociales de América Latina CES-AL, en aras de recompensar el trabajo, las contribuciones a la cultura y al conocimiento en general. La estatuilla, una guacamaya, simboliza nuestros orígenes; historia conocida es esta que, sencillamente, es mucho más verosímil, cuerda e interesante que un poco de sucio barro y regordetas costillas. Este premio debe su nombre a un miembro fundador de CES-AL quien, a causa del absurdo, obra del Revoltijos de Galeano, se encuentra en una delicada situación de salud desde hace algo así como un año. Erick, amigo, no te dejamos de pensar; bien que la designación de este trofeo lleve tu nombre, pues tú eres el joven creador por excelencia.
Quisiera realizar, ahora, una breve recapitulación, sin ánimo de pretensión alguna, y bajo un total concepto de modestia plus humildad, de las razones por las que este reconocimiento ha recaído sobre mis hombros. Como es ya sabido, me desempeño como Director de la Colección Taller Literario CES-AL desde dos mil veinte y uno; sin embargo, he estado inmiscuido con las labores de la Editorial desde, prácticamente, su inicio, es decir, finales de dos mil diez y ocho. He recorrido un camino variopinto, con varios ingredientes, pero, al fin y al cabo, lleno de satisfacciones, todo es aprendizaje; claro está, este derrotero al que me refiero, no es ni la milésima parte de lo que, confío, me depare el curioso futuro.
En los inicios, y hasta la actualidad, he hecho de moderador de las obras lanzadas por la editorial; de entrevistador de nuestros autores; rol de gestión, de contacto; secretaría y codirección de congresos; tribunal; correcciones de primer filtro: ortotipografía; conferencista, columnista; hasta llegar, según mi criterio, el máximo punto hasta hora, de tener una publicación propia, mis queridas Elucubraciones: entre martillazos y perspectivas. Todo este rejunte de actividades, además de los últimos ribetes de relatos cortos y microrrelatos, son los que se han grabado en la placa. No obstante, he de reconocerlo, no soy el único dentro de CES-AL que realiza este tipo de actividades, hay varios jóvenes dedicados que también se mueven por estas zonas. Por lo tanto, en lo que concierne, mi reconocimiento hacia el otro, para todos los miembros de CES-AL.
Contrario a lo expuesto con antelo, sé que ¨esto no es nada¨. A todas luces, estoy consciente de que este reconocimiento es un pequeño paso, porque es verdad: nada he hecho, quedan indecibles pendientes a los que hay que darles atención. La idea precedente me lleva a recibir este premio por partida doble: primero, con una efímera alegría que ha de desvanecerse con el paso de las punzantes horas de la vil existencia; segundo, lo acojo como un compromiso de seguir adelante, de cristalizar este premio, de, hasta cierto modo, demostrar esta mención en mi nombre. Así que el plan es seguir, sin descanso, incursionando en este bonito y soberbio mundo de las letras, de la Literatura.
Es menester, en este punto, lanzar una serie de agradecimientos, pues hay que sí o sí ser agradecidos. Ante todo, se dice que una persona es el producto de la herencia por el ambiente; sinceramente, no sé cuál pesa más; empero, estoy siempre volteando hacia atrás para fijarme en los pasos de los que estuvieron, están antes que uno; además, no puedo concebir la vida sin darle una o sendas miradas escrutadoras al ambiente que me, que nos rodea; sinceras gracias por criar a este tipo un tanto disparatado e indócil. Después, he de agradecer a la Editorial Centro de Estudios Sociales de América Latina, con especial realce a José Manuel Castellano, por todas las oportunidades, por todas las enseñanzas que imparte sin cesar y, cómo no, por este premio; muchas gracias, amigo. A continuación, me gustaría, en un acto un tanto singular, agradecer a la coyuntura que nos abraza y no nos suelta, pues esta la razón de que mis escritos cobren vida, a las simples cotidianidades que necesitan ser descritas, a los más complejos pensamientos que hacen Literatura, a quien hace brotar íntimos versos y prosas; al mundo embustero que nos habla y trata de seducirnos con sus banalidades, gracias. Finalmente, pero no menos importante, debo reconocer la valentía de quienes me han leído, mi gratitud a quienes cada quince días, periodicidad de La Clave, se sumergen entre las líneas de mis textos. Desconozco qué se siente leerme, me gustaría pensar: controversia, incomodidad, pensamiento.
Ya para finalizar, permítanme darles lectura de unos pequeñísimos relatos que ha de ser dos de mis favoritos. Esto es sólo Literatura, ¿o no?
¿Mande?
Juan Atampam, de rodillas, con la espalda desnuda y en carne viva por los terribles fustazos que desollaban su piel morena, repetía furibundo, colérico, visceral y luego arrepentido: ¨Mande, mande, mande¨ cuando el patrón, nunca supo si criollo o mestizo, había de latiguearlo para sembrar en su memoria, a través de aquella maldita palabra, la sumisión y completa obediencia a un superior. Tales gritos y tremendo escarmiento sirvieron de ejemplar muestra para el resto. A partir de ese momento, hubo, el malnacido ¨mande¨, de quedarse por siempre en los labios de sus semejantes, -no importa si blancos o negros- compañeros de colonia. Juan Atampam todavía grita despavorido en algún campo funesto al escuchar, temblando, semejante prueba de que el patrón sigue y seguirá mandando.
Incoherencias
La familia pobre y repleta de indigencia, antes de servirse su único alimento del día, se persigna, solemnemente, en el nombre del padre que aprieta, del hijo que asfixia y del espíritu santo que asesina.
Por su atención prestada, muchas gracias. Buenas noches.
Texto leído en el acto de Premiación CES-AL 2022