Microcuentos
Por: Luis Curay Correa, Msc.
Vicerrector UETS Cuenca (Ecuador)
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Érase
Microcuento 1
Érase un pobre hombre que no sabía más que mirar desde tus ojos. La nave inclemente, transitoria, esquiva y huidiza de la dicha, una vez más se fuga de su vida ahogándose en burlas. Él se siente tranquilo abrazando tu talle dibujado sobre la espuma ardorosa de la noche, junto a él habitas desde el nacimiento mismo del amor. Están tus labios para alimentarlo despacio, como bebiéndose el tiempo, están tus manos para asirlo anhelante de su presencia, mintiéndole tiernamente.
Érase alguien que creía en tus blancos deseos y crepitaba en renovadas ansias.
Érase alguien que vivía de tus desaires, alguien que, mirándose al espejo, solo veía tristeza quemando las entrañas torvas, donde tus besos dejaron soñados encuentros.
Érase alguien de perdida mirada, de ulular silente, de terrosa espera, de sonrisa forzada, de inescrutables pensamientos, de fácil convencimiento.
Érase alguien a quien, hoy, el tiempo, le enseñó a precio de lágrimas y gritos apagados que el amor no es recíproco; entonces encuentras en las frondosas cataratas de la vida, un alma abstraída de convenciones, de belleza interna, de sonrisas espontáneas, de locuras compartidas, de respuestas sin preguntas, de contemplación sincera…
Érase un hombre que descubrió al amor con nombre de mujer.
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Unos ojos, una nube, el amor
Microcuento 2
Ayer me dormí en tus ojos.
Tus pupilas me reflejan en enamoradas miradas, crispado en los dejos sensuales de tus labios, acunándome en el menguante de tus pestañas.
Sonriendo de medio lado, como un niño, cuando la plata de tu boca me regala existencia, me encuentro entre los hermosos lazos de tus dedos. Acuden mis presurosas manos a asir las tuyas, protegerlas del frío, de la inconsistencia del destino, de otras manos que quisieran robármelas.
Arqueando la espalda, como un gato al acecho, espero la respuesta a la angustiada pregunta: ¿y tú, me quieres tanto como yo? No me respondes, no hace falta. Solo observo la fina sonrisa de tus turgentes labios, el guiño cómplice que se vuelve delirio, y el escarlata de tus mejillas en rubor inocente que esconde tu rostro de infantil figura… me gritan que sí.
Elevo los brazos al cielo buscando entre las nubes una agraciada forma. No es el copo de algodón que destapa un enorme coro, tampoco es la gran resbaladilla que evoca inocentes años; sentada, como te vi ayer, te encuentro enseñoreando un mar de azul celeste, regalándome esa silueta que te adivina más hermosa que el arco iris en el que columpias tus anhelos. Ahí, más cercana cada vez, te encuentro entre mis sueños…
Hoy desperté amándote más.
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Ya no estás
Microcuento 3
Se escuchan taconeos sinuosos. El corazón late a prisa e intenta develarte entre un mar de figuras conocidas. Luego, la decepción. No eres la que espero venga a rescatarme del tedio.
La razón apaga las últimas ilusiones. Hoy no te puedo ver.
Las sibilantes lenguas pretenden ensuciar tu recuerdo con distracciones a modo de preguntas: ¿y cómo te va?, ¿qué opinas del partido? Si supiesen que lo único que me daría vida son tus ojos, tus dulces labios, la sonrisa derramando polvo de estrella, la caricia disimulada en reparos de conciencia, la voz susurrando azahares, la presencia, tu presencia.
El pasillo se inunda de tu aroma, en él me lleno de ti, aunque por unos instantes. Te busco escondida en algún recodo como queriendo regalarme un beso…son solo pensamientos. No estás.
Me he quedado con tus ojos, hurgándote en el aire.
Además de microcuento utiliza lenguaje poético en la narrativa.
Felicitaciones.