Entre el correccional universitario y la producción científica: El JADATOR
Por: Dr. Eudaldo Jadán, PhD
Universidad Técnica de Machala, Ecuador
Cuando llegué a la universidad Técnica de Machala, allá por el año 1975, después de una educación religiosa desde niño hasta la adolescencia, pensé, nada más que pensé, que se trataba de un lugar extraño, parecido a los claustros, claro en este caso académico.
Mi sorpresa fue mayor, porque lo primero que observé fue una batalla campal de puñetes y discursos, banderas rojas, amarillas, gritos, pistolas, unas banderas con martillos y una hoz. Entonces como se trataba de una herramienta agrícola, pensé que había llegado al lugar correcto, La Facultad de Agronomía. Sin embargo, me pregunté, ¿por qué siempre están preparados para combatir? Años más tarde comprendería por qué y la batalla que iba a librar, aunque pensé que ese no era mi destino.
Justo cuando me preparaba para retirarme de ese campo de combate, al final de mi carrera, una voz imponente me dijo, oiga, “no se vaya, lo necesitamos”. Confieso que me asusté, fui contratado para la investigación, iba a poner a prueba la curiosidad natural que nos ha dotado la naturaleza, debía dejar toda la vida agreste que tenía con mi padre, un extraordinario agricultor, claro, mi madre ya no estaba, se había marchado a mis 14 años a un lugar hermoso en el universo. Bien, llegué al lugar de las observaciones, al mundo de los que tienen el tiempo suficiente para mirar y pensar. Fue una etapa fascinante. Mi Facultad estaba conectada con el primer mundo, y pensé que así sería por siempre. De pronto, como cuando ocurren erupciones esporádicas de un volcán, la emoción se fue contaminando de ansiedad y polvo. La vida cambió, es importante decir que la vida pasa lentamente pero queda una expectativa latente, siempre, ahí, suspendida en el tiempo.
El grupo de investigadores de esa etapa soñada había marcado un camino, y justo estaba en él, dejamos algunas cosas interesantes, una impronta, una impronta que más tarde marcaria el camino de mi vida. Mientras tanto, el campo de batalla estaba latente, amenazante hasta la actualidad. Después de regresar de La Universidad de Chile en 1998, algunas ideas sufrieron cambios y posicionamiento de otras. Decidí incursionar en campos específicos, porque la vida en el claustro se estaba tornando insoportable para los pocos que quedamos de esa época.
2005 fue una etapa decisiva para comenzar, momento más difícil donde ocurrió inesperadamente un aislamiento casi total. Había cometido un error, uno solo, enfrentarme a la mafia universitaria. Bien, un aislamiento total con una serie de hechos que dan dolor de estómago y que me permitieron pensar que hacer, que dejar antes de la retirada, había experimentado escarnios, sin recursos, proyectos bloqueados, etc.
2005 fue el inicio de una aventura, lograr entender a la naturaleza en lo que más afecta a uno de nuestros cultivos que sostiene a un país completo y que las enfermedades amenazantes lo ponen en una situación complicada por dos flancos. Es muy complejo resolver cuando no se tiene las herramientas científicas. Sin embargo, en 2016, fue posible comprender la naturaleza orgánica de unos componentes y poder contribuir en algo para combatir a un oponente serio de la naturaleza, una enfermedad amenazante para la economía de varias regiones.
En el 2012 llega el programa Prometeo y me permite conocer a científicos que hoy son parte de esa vida inesperada que nos ocurre. Para el 2021, alguien local quiere respuestas precisas sobre un problema y resultados que se generaron en el 2005, la razón, el mundo ya no quiere pesticidas. Puse en práctica una de las fórmulas, específicamente para control de una enfermedad crítica y funcionó durante un año consecutivo, lo que hice, mis colegas le han denominado cariñosamente JADATOR, seguramente habrá otras, pero en este caso, la reclusión mayor extraordinaria tuvo su escarnio, una respuesta científica. Hoy las pruebas nos dicen que es posible hacer algo, que la universidad humilde, pobre y estigmatizada puede, pero que tiene un obstáculo enorme: los carceleros de la ciencia y el libertinaje.