Agradecimiento
Por: Carlos Pérez Agustí, PhD
Cuenca (Ecuador)
Hoy es una noche de profundo agradecimiento. Porque hay en el agradecimiento mucho de alegría compartida, de necesidad de responder a lo que se recibe. Por eso, actos como el de esta noche, con el gesto de CES-AL, Editorial Centro de Estudios Sociales de América Latina, y su Editor-Jefe, José Manuel Castellano, son celebraciones compartidas, fiestas de la memoria.
Agradecemos juntos. Con Carmelita, Berenice, Soledad, familiares de Eliécer Cárdenas, ganador póstumo del Premio Modalidad Literaria. Recordarle nuevamente, siempre. Eliécer, el mejor ejemplo de que “la palabra nos hace”; su obra la más expresiva y contundente constatación de que el pleno siglo XXI, estamos frente a una sociedad anestesiada ante el dolor ajeno.
También con Jaime Cedillo Feijóo, ganador del Premio Modalidad Medios de Comunicación; con Mateo Silva Buestán, ganador del Premio Modalidad Jóvenes creadores. Con Iván Petroff y sus generosas y emotivas palabras.
Más de 50 años de docencia, en universidades y centros de educación. Sin embargo, la educación no es un camino que se hace en solitario, se recorre en colectivo, con y entre todos. La educación, la docencia, el más humano y solidario de los esfuerzos del hombre y la mujer. Docencia e Investigación, en una comunidad de aprendizaje, de acercamiento a la realidad.
Hablamos hoy, incuestionablemente, de una educación realmente postergada, en un estado más apremiante que nunca, en el “eclipse de las humanidades”.
Y jamás se podrá ocultar que el futuro de la educación pasa por valorar y recuperar aquellas dimensiones de la práctica docente que son estrictamente humanas y que ninguna alternativa virtual podrá sustituir. Es, justamente, en este terreno donde la educación se juega de verdad su futuro más próximo. Gracias a todos aquellos con quienes nos hemos encontrado en el recorrido de la docencia, estudiantes y colegas.
Con ellos, ahora, en plena efervescencia de tendencias pedagógicas, por qué no hablar de una “pedagogía del sentido”, centrada en seres humanos y en el proceso de construir humanidad. Porque, aunque nacemos humanos, eso no basta, tenemos igualmente que llegar a serlo. O como decía Graham Green, “ser humano es también un deber moral”.
Sucedió hace más de 40 años, frente a la “disparatada” idea de hacer cine en Cuenca, cuando no había tradiciones en esta línea, inventamos el Taller de Cine.
Para quien habla, y para quien acaba de hacerlo, Iván Petroff, no lo era. Ni para los que nos acompañaban solidariamente en esos momentos. La escasez de tecnología, compensada con un tenaz esfuerzo caracterizado por la solidaridad y una voluntad desinteresada, sin límites, capaz de vencer la trampa del desaliento. Simplemente, por amor al cine, la pasión por la cultura.
Porque, es irrefutable, toda pasión es siempre una forma de amar la vida. La aventura romántica de hacer cine sin los recursos necesarios. De eso sabía Eliécer Cárdenas, cuando un día para el recuerdo (qué sé yo, hace unos 35 años) llegó a mi casa con el primer guion de “La última erranza” bajo el brazo.
La utopía da significado a la vida, porque exige contra toda verosimilitud, que la vida tenga un sentido. Don Quijote -el gran perseguidor de utopías- es grande, y lo es su existencia, porque se obstina en creer contra toda evidencia que la tosca Aldonza es la encantadora Dulcinea.
De todo esto saben muy bien los jóvenes, sabe Mateo Silva Buestán.
Gracias a todos los que me acompañaron en ese sueño romántico, desde el más importante actor o actriz, hasta quien ayudaba llevando una cámara, un cable o un reflector. Si hay un arte con una capacidad ilimitada de convocatoria e integración de esfuerzos compartidos, es el cine.
Y la cultura, en última instancia. En estos tiempos, hay que decirlo con firmeza: la posibilidad de acceso a la cultura nos hace libres. Gracias a todos aquellos que me acompañaron a recorrer ese trayecto descrito en esas palabras de Milan Kundera: “la cultura es la memoria del pueblo, la conciencia colectiva de la continuidad histórica, el modo de pensar y de vivir”.
La cultura, espacio de libertad. Quien tiene acceso a la cultura y la educación se convierte en una persona difícil de manipular, en un individuo libre.
En caso contrario, contribuirá al fortalecimiento de un sistema con el que podría no estar de acuerdo. Un agradecimiento a todos los que han compartido conmigo la permanente pasión por la cultura.
Un espacio especial lo tienen todos mis amigos de Casa Tomada, y, por supuesto, desde ahora CES-AL y también la Revista electrónica Tribuna Internacional “La Clave”, dirigida esforzada, generosa y sabiamente por José Manuel Castellano. De esto, de revistas, sabe mucho nuestro galardonado, Jaime Cedillo Feijóo, Director-Editor de “El observador”, excelente revista dirigida con incuestionable acierto. “La Clave”, “El Observador”, herramientas para la vida en tiempos adversos.
Al finalizar, volvamos al inicio. Agradecer implica encontrar una voz para los afectos, para los sentimientos y no pocas veces para el propósito de ser justo. Y estar abierto hacia aquello que, en ocasiones como en esta, proviene de los otros. De todos aquellos, y son tantos, que me han ayudado a cumplir mis sueños, y de los que nos acompañan en estos inolvidables momentos. Gracias a José Manuel, gracias a CES-AL.