No CREO (II)
Por: Mateo Sebastián Silva Buestán
Director Colección Taller Literario, Cuenca (Ecuador)
Resulta increíble pensar que han pasado trescientos sesenta y cinco días, incluidas las malas noches, desde que, quienes ansiaban, desesperados, el poder, se instalaron en el palacio que recuerda la supuesta independencia nacional ¿A qué nación se refieren? ¿A la casta minoritaria que siempre ha de dominar? Aquella edificación, que ha recibido con los brazos abiertos, período tras período, a una sarta de embaucadores, rastreros e ignominiosos que han desgobernado este país, convirtiéndolo en la ruina que es hoy, luce galante para festejar el primer aniversario del desgobierno del dizque cambio. Valiente mencionada construcción que ha aguantado el embate de tantos rufianes embusteros, vividores de nosotros, el pueblo.
Asimilando, a regañadientes, que vivimos en una democracia lisiada, régimen en el que los autodenominados “más capaces” toman la batuta y orquestan melodías espantosas, cobran sentido estas líneas. Párrafos que han de entenderse no solo como un manifiesto que reprocha la inactividad del excelente, excelentísimo; primer, primerísimo mandatario y sus secuaces, sino que pretende echar a las zarzas tantas acciones deplorables han cometido los hipotéticos representantes de las gentes. Pues es un hecho, en los últimos doce meses, y durante centurias, nos han bofeteado incontables ocasiones, se han burlado mordazmente en nuestra cara. Somos espectadores de un vulgar circo en el que pésimos comediantes juegan a los superhéroes, supervillanos y se atreven a reclamar cuantiosos salarios que salen de nuestros bolsillos. Tal vez y solo tal vez, por todo lo citado con antelo, sea acucioso abolir toda muestra de autoridad; fulminar, de tajo, al Estado convertido en padre fascista; correr prisa por exiliar a quienes osan controlar a las personas.
De este terrible modo entramos en materia. Señores, Señoras, Damas, Caballeros, Caballos y demás fauna silvestre nada hay de extraordinario en inocular a la mayor parte de la población en un tiempo, entre grandes comillas, “récord”: pura gestión, papeleo, “burocracia”. Esto dejando de lado las anomalías y desacatos que se presentaron durante la vacunación, o no recordamos la abyecta carrera farmacéutica, la desorganización a todo nivel, plus la insana promoción de dicha campaña. Si al ámbito de la salud nos referimos, es inevitable no pensar en cuanto personal galeno fue indignamente despedido o no remunerado. Los pacientes en los hospitales públicos carecen de medicinas indispensables para su supervivencia, la muerte los aguarda, sigilosa, en la sala de emergencia.
Ni pensar en la cantidad de bachilleres ilusos que, haciendo uso del sufragio facultativo, dejáronse llevar por ideas que claramente su ejecución era imposible, dieron sus preciados votos a quien hubo de enseñarles el significado y el sentir de la palabra “traición”. Dentro de esta misma estirpe, las acciones llevadas a cabo por el gobierno de turno dejan lamentables secuelas en el campo educativo, a raíz que, entre otras situaciones, la brecha tecnológica -particular, fiscal- derivó en el colapso caótico de la educación virtual. Es menester destruir todo el sistema de las aulas. En este proceso todos nos quedamos atrás.
La pandemia, que parece haber quedado en el olvido, todavía está impregnada en las calles de las ciudades. He aquí algunas consecuencias que, en gran parte, se deben a las decisiones privatizadoras e interesadas de quienes dicen gobernarnos: desempleo, opresión para el trabajador, precarización del estatus laboral, incremento de pobreza y pobreza extrema. Asimismo, otros efectos que hallan su raigambre en la desidia del ejecutivo, legislativo y judicial: delincuencia en creces, narcotráfico adherido al tuétano de las costas del país, derramamiento de sangre, hecatombes de violencia sin precedentes y un extenso, duradero e infinito etcétera.
¿Y cuál es la solución para tal fatal amalgama de inconvenientes? Exacto, eso mismo: fingir que no pasa nada. Sonreír ante las cámaras y decir que el pueblo está bien, que todo macha, como la filosofía de Pangloss, del mejor modo posible. Que este es el Ecuador de las oportunidades. Así se ha vendido una imagen desacertada del Ecuador. Así se han realizado sinuosos acuerdos con poderosos, acaudalados países y con organismos internacionales que, solamente al nombrarlos, la sangre hiela y acuden a la memoria de los sentidos las bombas lacrimógenas de aquel octubre. Mientras, rencillas y conflictos internos de facciones pseudo política dan la estocada final a este desgraciado territorio, acorde a la bandera que nos impusieron, tricolor.
Ante todo, las cosas ya están dadas, aquí nos ha tocado nacer y mal vivir. Pero ustedes, politiqueros infames sinvergüenzas, ustedes son los principales culpables. No son si no empleados del pueblo, estarán, pues, algún día, a nuestro servicio y disposición. Rejunte mal habido de corruptos, zánganos con delirios de grandeza, hambrones cerdos orwellianos. Inmundos codiciosos que morfan de las pocas carnes famélicas que nos quedan. Cretinos inmisericordes, inicuos abusivos. Tontos sabidos desfalcadores. Despreciables y corrientes ladronzuelos de traje oscuro y cuello blanco. Estafadores desleales. Limosneros no de escopeta, más bien de fusil. Engreídos, falsos generosos. Misántropos revestidos de altruistas. Alevosos majaderos, gallitos de pelea. Mal entre los males de estas tierras.
¡¿Qué?! En este idioma, que no es nuestro, no solo existen palabras de elogios que elevan la categoría de los sustantivos. Están, también, las letras que se juntan para expresar los gritos ahogados por la desinformación, transmitida por noticias maquilladas, como sus presentadoras. De ninguna manera se debe pensar que el origen de estos trazos responde a una amarga obsesión con el movimiento que hubo de dominar el suelo ecuatoriano por más de una década. Dado que, en caso de que ellos habrían resultado ganadores, igual se hubiese arremetido en su contra, pues ya sabemos, de memoria, que el poder engendra parásitos.
24 de mayo de 2022
Señor Presidente de la República del Ecuador, Señores Asambleístas, Señores Legisladores y Señores usureros en general -tememos olvidar, pues la mente es frágil, tantos cargos que hacen más mal que bien-. De nuestra consideración:
Tras desearles éxitos tanto en su vida personal como laboral, rogamos, de la manera más encarecida, que se atienda a la siguiente petición.
Por favor, dimitan de sus puestos.
¡Ya basta!
Confiando, por vez primera, en su plena capacidad lectora literal, esperamos, muy ávidamente, se atienda, por el bien de todos, nuestro requerimiento.
Firma, atentamente
El Pueblo
Esas palabras de “elogio” son pocas para la cantidad que falta. Claro que fue el gobierno del Encuentro, pero de corruptos y mas, que lo único que le interesan es el bienestar común, traicionando una vez mas a este pueblo, que, ciegamente confió en semejantes rácanos, como los lechones de Orwell, son una bola de…(solo aplica para quienes leyeron aquella obra espectacular). Espero, pueda tan “grandes” representantes, lean tan perecida carta del pueblo. Aunque dudo, andan preocupados por sonreír a la prensa y están pensando en que mentira más inventarse al pueblo.
Un año de gestión limitado a la inmunización, que en palabras del querido y respetado Señor Presidente vale más que cualquier otra cosa. A mi criterio hasta ahora carece de liderazgo para dar respuesta a los males que contaminan y destruyen al país. Además, su muletilla del “Gobierno del Encuentro” rectifica su falta de compromiso con ciertos gremios. Esta carta que hoy se lanza representa el pensamiento de los ecuatorianos y, al mismo tiempo, anima a decir: ¡basta!