LAURI
Por: Luis Curay Correa, Msc.
Vicerrector UETS Cuenca (Ecuador)
*
Cuando el peso de los días
nos agobia en su letal lamento,
allá, en la colina,
lejos de almas arteras,
espera el terruño de ensueño,
el balcón de eternas primaveras,
la casa donde solo el amor habita.
*
Desde la ciudad, altiva y señorial,
un trayecto austero
recorre aquel que,
por instantes,
forma parte de una pintura
de paisajes y rumores.
*
Sigsisgloma da la bienvenida,
mirador de fantasías,
que muestra, con gentil embeleso,
la cuenca del río Paute,
sus valles, sus colinas,
sus verdes planicies.
En el cielo, límpido y perfumado,
se avizoran los gavilanes de alto vuelo,
mirlos, chugos, palomas y colibríes,
haciendo gala de un arcoíris en sus alas,
tapizando los amaneceres de rocío y sol.
Se respira una fragancia que embebe,
el café fresco acompaña
la sabrosa tortilla, la deliciosa huma;
mientras, desde la terraza,
advierte quien es precavido,
que el amor se transforma
en rosas, orquídeas,
moras, duraznos,
capulíes, aguacatales, maizales;
ronda con prestancia ese sentimiento hecho persona
en la más hermosa flor de sus jardines:
Laurita, quien, siendo esposa, madre,
abuela, vecina, amiga,
es también, por justica,
el ser humano más bondadoso
que se haya conocido.
*
Desde el tapial,
salen, cual soldados de verde vestidura,
pinos enhiestos apuntando al cenit,
y, más abajo,
ganando una escalera a trancos largos,
se ve al dueño de mirada gentil,
planificando cómo poner ese cielo
en las manos de los suyos,
cómo compartir ese paraíso
a los que llegan, a todos.
Él es Rigoberto, y sus manos,
siempre abiertas,
delatan el trabajo incansable
de los hombres de roble
y corazón sencillo.
*
El paisaje arranca un suspiro.
Desde todo punto
los ojos reciben la gracia
de observar la majestad de natura,
y ya sea, despuntando el alba,
o cayendo el triste ocaso,
absortos, testigos, cómplices
solo podemos ser gratos:
por existir allí y ahora,
por querer volver siempre
a reconocer lo que es bueno,
lo que de hermosura rebosa,
lo que es grande.
*
Así es Lauri, quinta con sabor a gloria,
lugar bendecido, donde la grandeza
de lo bello y natural,
se funde en las sonrisas generosas
de sus propietarios,
para otorgar a quienes la visitan
sosiego, paz y un afán
de no irse o, al menos,
de poder volver.

Luis te agradezco de corazon por este homenaje bien merecido a mis adorados padres.
Dios siga bendiciendo tu capacidad de escribir y de transportar al lector, haciendo vibrar el corazon y derramar lagrimas de gratitud.
TQM
Siempre un agrado ver como en fragmentos vas ganando experiencia para plasmar vivencias de gente buena. Las cataratas plateadas en nuestras cabezas no vienen por accidente.