¡Cómo no te voy a querer!

Por: Luis Curay Correa, Msc.
Vicerrector UETS Cuenca (Ecuador)

Lo conocí hace veintidós años, jóvenes aún, él y yo, compartimos desde aquel entonces una pasión: la educación de los jóvenes. Realmente no ha cambiado mucho, sigue teniendo las pobladas cejas que dieron origen al mote con el que lo identificamos los amigos, “cejitas”, le decíamos; además, una barba estilo candado lo ha acompañado siempre, la misma que tiene por objeto modificar en algo la infantil estampa que la benevolencia del paso del tiempo le ha sabido otorgar, así se ve más maduro, riñendo con el formalismo casi olvidado y la libertad de ser y sentirse joven, como sus alumnos. Lo descubrí en la institución sin tiempos, lo mismo le daba el día o la noche, un lunes que un domingo, un día laborable que uno de asueto, lo importante son los guambras decía sin remilgos, sin ataduras o compromisos. Su voz de locutor le abrió campos comunicacionales que fueron única y exclusivamente suyos, desde las presentaciones de etiqueta hasta el jolgorio en el patio recibieron la cuidadosa atención de un comunicador responsable.

La verdad socapada en el cliché “nadie es indispensable” muy pocas veces ha dolido tanto. Te cuento querido amigo: en estos días he recibido las preguntas indagadoras de muchos alumnos: Lucho, y el Javi, ¿dónde está?, ¿si va a volver? También los docentes que notan el vacío en las actividades que tienen tu marca, preguntan, cuestionan, indagan. No lo sé chicos, a lo mejor algún día no muy lejano escuchamos ese saludo especial realmente bullicioso: ¡Qué más amigos de la real república de los cocos!, ¿cómo están? (no piense mal amigo lector, el fondo educativo de esta frase reposa en las películas de Mario Moreno Cantinflas: “El Profe”, “El ministro y yo”, “Su excelencia”, etc.) De su ingenio y el de otros grandes docentes salió el famoso cuyódromo, activado en las fiestas de la salesianidad para deleite de todos, sus bailes improvisados, las transmisiones en vivo donde la vergüenza siempre reposaba en un rincón olvidado, las bromas, las fotos, los “videos”, las operetas, el teatro (como director y actor) fueron nutridas herramientas para educar y evangelizar. La tozudez de un convencido brindó oportunidades para que la historia del ¡Tecniquito campeón!, se escriba desde el corazón, desde la vocación. “Por donde mete los pies quiere sacar la cabeza este Coronel”, decíamos muchos y lo sabíamos todos. Amigo, te convertiste en garantía de empresas difíciles, tu sola presencia encendía, invadía, convocaba. Recuerdo las múltiples salchipapas que congregaban sueños de jóvenes, y cuando éramos afortunados y millonarios, una cerveza era el ansiado corolario de horas de tertulia. Allí nos conocimos capaces y emprendedores, allí se fraguaban locuras y trabajo, allí entre bromas estridentes y carcajadas onerosas salían los grandes proyectos, se multiplicaban las ganas, los aciertos y se hacían más llevaderos los fracasos. Fue la pandemia el espacio sensible que sin saberlo ni tú, ni yo, se convertiría en la antesala de una despedida inesperada; entre las horas de programación de atención a nuestros destinatarios nos diste una sorpresa que perdura, y espero, perdure durante mucho tiempo, esa frase que logró gran calada en poco tiempo, es más, desde la primera vez que la escuchamos se pegó, y ahora la gritamos a todo pulmón: Técnico salesiano, ¡cómo no te voy a querer!

Ser ingrato sería un error que no estoy dispuesto a asumir. Gracias Javi por los largos años de amistad sincera, por los espacios que nos permitieron descubrir al amigo y a la persona valiosa que eres. Gracias, por ser tan normal como cualquiera, con un cúmulo grande de errores y dificultades, como cualquiera, pero grande para afrontar las tempestades y vencerlas. Te agradezco infinitamente por formar parte esencial de mi vida vocacional, es un honor haber coincidido contigo en el mundo de la educación, aquí fuiste ejemplo de probidad y entereza. Gracias por los mundos inventados, quien sabe se cumple lo que en esa noche fría de Madrid decíamos a modo de burla: un día, ya viejos, seguiremos siendo los mismos de la Pastoral, los de ocurrencias y bellaca irreverencia, los del cuestionamiento sincero y respetuoso, los de la iniciativa, los de la novedad, los amigos (siento que la bandera empieza a desgastarse; éramos Santiago, Saúl, Javier, Lucho y tantos más, quienes pensamos estar en nuestra casa educativa hasta el final), pero ya sin dientes, sin ojos y caminando a tres pies.

Ya no estás, pero aún no te has ido; es más, si somos justos, jamás terminarás de haberte ido… que encuentres en los puertos que buscas la tranquilidad y las oportunidades que la vida de seguro espera entregarte. Suerte amigo, que algún día nos volveremos a ver, quizás cargando con el peso del tiempo, pero igual de entusiastas, locos y soñadores. Permíteme cambiar el slogan por ti creado, me atrevo en nombre de todos los y las jóvenes, niños y niñas que tuvieron la suerte de conocerte, también en nombre de todos los compañeros de trabajo que añoran tu regreso, y en nombre de quienes, sin conocerte, seguirán escuchando tu nombre…

Javier Coronel, ¡cómo no te voy a querer!

4 comentarios en «¡Cómo no te voy a querer!»

  1. Muy acertadas palabras de un amigo sincero hacia otro gran amigo que la vida como se dice lo ha llevado hacia otros puertos. Felicitaciones estimado Lucho.

  2. Palabras muy acertadas que conjugan con la personalidad y la entrega total de un gran amigo y compañero de Comunicación que me supo valorar y animar. Trabajaba como un verdadero Salesiano a tiempo completo y dio todo de sí por el Tecniquito de su corazón ❤️
    Muchas gracias Javier por su ejemplo y testimonio de vida. Le deseo lo mejor para su realización en el gran país del norte. Le envío un abrazo a la distancia.

  3. Te conocí en el barrio…luego compartimos en el Oratorio…en La parroquia…en el Técnico.
    Salesiano y ser humano de obra y corazón. Bendiciones siempre querido AMIGO.

  4. Muy bien expresado mi estimado Luis, felicitaciones, clarísimo se nota lo que es un verdadero amigo, de mi parte Xavier que Dios le bendiga en su nuevo emprendimiento, seguro le irá muy bien, conozco de su entrega, su capacidad, responsabilidad, por otro lado una pena que se haya alejado del técnico, mi apoyo querido amigo, mil gracias por todo su trabajo y apoyo cuando nos tocó la responsabilidad de compartir con usted y ese gran equipo de pastoral, gracias Xavier.

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