La escuela serena

Por: Esthela García M.
Universidad Nacional de Educación, Azogues (Ecuador)

La innovación en educación es una característica presente, según la necesidad que presenta la sociedad de buscar mejores formas de educar. La profesión docente es dinámica por antonomasia, pues debe ajustarse a los adelantos de la ciencia, de la tecnología y del pensamiento.  Un docente  con verdadera vocación tiene la responsabilidad de innovar siempre, pero la innovación vista desde el punto de vista de hacer cosas nuevas, aunque el espacio y las herramientas sean las mismas, como modificar estrategias, métodos y técnicas, pues éstas, corren el peligro de volverse monótonas y desviar el interés  y la motivación de los estudiantes.

Durante el Renacimiento, Comenio fue en ese  tiempo un innovador importante que  con su “Didáctica Magna” que guiaría los procesos y sistemas educativos  en el mundo entero, aunque generalmente todo cambio produce también incertidumbre. Sin embargo, cuando estos cambios que se han dado a  través del tiempo han sido siempre resultado  de nuevos pensamientos, nuevas acciones, que  recogen el éxito de su implementación.

Durante las diferentes épocas de la historia podemos encontrar en diferentes lugares y espacios, grandes figuras que han dinamizado el campo educativo, con ideas  encaminadas a mejorar la educación,  de buscar formas de enseñar,  que entreguen resultados productivos en al campo del desarrollo  integral de las personas. 

En América Latina la educación ha tenido también importantes pensadores y docentes que han revolucionado en su momento el concepto de ella. Desde que ésta fue destinada a clases privilegiadas durante la Colonia, se ha visto el largo recorrido que ha seguido para insertar pensamientos innovadores que han ido modificando su rostro a través del tiempo y  los nuevos paradigmas  que surgieron con la independencia de las naciones y el avance de las sociedades, de la tecnología y las comunicaciones.

Es el caso en una provincia de Argentina,  en el inicio del siglo XX, dos hermanas revolucionaron la idea de la escuela con la implementación de una metodología innovadora que primaba el aprendizaje desde el niño, como el principal actor del proceso de enseñanza.   Esta es una breve síntesis de su historia que merece ser contada, para darnos cuenta de que como docentes podemos cambiar el mundo.

LAS HERMANAS COSSETTINI

OLGA COSSETTINI.
Fuente: John Simón GUGGENHEIM Memorial foundation.
LETICIA COSSETTINI.
Fuente: portal Educ.ar “La Maga de la Infancia”.

Olga, nacida en 1898, Leticia nacida en 1904, en la provincia de Santa Fe.   Eran parte de una familia  de maestros italianos, que casi en su totalidad estuvo vinculada a la enseñanza. Su padre director, su madre maestra; fundaron varias escuelas. De los siete hijos del matrimonio, las cinco mujeres se dedicaron a la enseñanza, pero las dos especialmente, dieron a la educación de ese país una luz en la mejora de la escuela, con ideas creativas que dejaron huella.

Fueron defensoras de la escuela Nueva,  no cesaban en la búsqueda de metodologías que puedan cubrir  las necesidades de aprendizaje de los niños a principios de siglo XX, cuando la educación era considerada rígida y  encasillada en  que, lo que el maestro enseñaba, que era lo que el niño tenía que aprender como una reproducción fiel de contenidos.

Ellas fueron docentes innovadoras,  pedagogas revolucionarias, reconocidas por el mundo cultural elitista;  con su proyecto  de renovación de la escuela tradicional, su influencia traspaso las fronteras. Las dos se complementaban en sus roles y trabajaron siempre en  concordancia pues compartían la mirada y el objetivo de la enseñanza.

Olga a los 16  Leticia a los  17 años ya eran maestras. Olga, entró en la escuela Domingo de Oro, se desempeño como regente  y desde ahí empezó a pensar en las primeras innovaciones que Leticia llevaba a la práctica en el aula. De esta manera empezaron a llamar la atención por las publicaciones que causaron un gran impacto, porque  establecían marcadas diferencias con la escuela intelectualista. Su modelo fue llamado “La Escuela Serena”.

El movimiento de la Escuela Nueva encuentra su expresión apartir del proyecto educativo de las hermanas Cossettini, iniciado primero en la ciudad de Rafaela, experiencia dirigida por Olga  siendo directora desde 1926 hasta 1935, para luego ser trasladada a la ciudad de Rosario en escuela  que se le catalogó de experimental “Dr. Gabriel Carrasco” de la cual la “señorita Olga” fue su Directora y Leticia maestra hasta 1950

Estas nuevas concepciones metodológicas aplicadas por las hermanas Cossettini, según explica Abramowski,(2004) que Olga manifestó en el ensayo que popularizó la escuela; que no se trataba de hacer cambios de horarios y de programas; sino que era una reforma profunda de la vida de la escuela que, con espíritu nuevo, iba a abrir de par en par las puertas de las aulas a la vida.

Según el criterio de la propia Olga,  dejaron de se preocuparse por el martirio ajustado de  la definición de lo que es una escuela  y empezaron a crear un clima de armonía, desarrollaron el placer por la limpieza, la gracia de escuchar, de decir;  la alegría de ayudar de ser y hacer. Reemplazaron la campana por música para salir al recreo,   incluyeron las mesas hexagonales para fomentar el trabajo en grupo.

Trasladaron el centro de la escuela del docente  al alumno, para escuchar y observar. Pasaron del castigo por los errores de los  alumnos  a darles voz y voto, un ejemplo de esto se evidencia en el hecho de  los representantes de los  estudiantes, se elegían mediante  votaciones generales, en las que con el voto  participaban las niñas, en una época en las que el sufragio de las mujeres no estaba permitido.

Se planificaron  trayectorias a medida, por la convicción de que cada uno aprende a su ritmo con una orientación  autodidacta y de autocorrección. Estimulaban la creatividad y el uso del lenguaje que querían para hacerlo, pintando, jugando, cantando, permitiendo así  que crezca su ser.

Las actividades educativas que hacían, asaltaban la atención de  la comunidad: eran frecuentes las obras de teatro, competencias de cometas, misiones culturales, danza poesía. Abrieron la escuela al barrio , estimularon a los alumnos para que tuvieran un aprendizaje activo fuera de las aulas, un aprendizaje comprometido con la comunidad, implementaron un teatro de títeres y brindaban conciertos quincenales. Mantenían  contacto con la naturaleza,  la visita a plazas y parques se convertía en recurso didáctico de la clase.

Olga ideaba planificaba, Leticia que tenía alma de  artista lo ponía en acción. El cuaderno era  personalísimo del estudiante,  el maestro no podía mancillar sus hojas con correcciones.  No se entregaban calificaciones cuantitativas, se entregaba a las familias  un informe individualizado de cada estudiante, destacando sobre todo fortalezas y debilidades de cada uno.  

Pese a que el magisterio ejercido por una mujer era signo de marginación, más si no procedían de Buenos Aires, las hermanas Cossettini con su escuela experimental,  estuvieron siempre rodeadas de círculos intelectuales con importantes personalidades de la cultura y las letras, mediante variado y copioso  intercambio epistolar;  tuvieron la presencia de Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Gabriela Mistral, hasta el mismo Juan Ramón Jiménez leyó a los niños y niñas un fragmento de “Platero y Yo “

En 1939,  presentaron una exposición que fue declarada por los medios de comunicación de la prensa escrita  como un verdadero Oasis estético. Al año siguiente estas experiencias fueron plasmadas en un libro llamado  “El niño y su expresión” que fue repartido de forma gratuita  a docentes, directivos, en bibliotecas, universidades. Obra que le sirvió para que a Olga le sea otorgada   una beca para recorrer EEU y difundir su obras.

Con el gobierno de Perón y los problemas políticos que surgieron, pese a la defensa de la ciudad de Rosario en 1944 a la escuela, le retiraron el carácter de experimental  y en 1950 les cesaron en sus funciones a las Hermanas Cossettini, quienes  no se alejaron nunca de la enseñanza, no dejaron de promover la ideología de su “Escuela Serena”, participaron como consultoras y colaboraron con universidades, dando a conocer su trabajo.

Olga falleció en 1987, y Leticia en 2004. en 2019 el Ministerio  derogó la norma que las había apartado de la escuela Serena, como un homenaje a todo su legado.

Las hermanas Cossettini, son un ejemplo  de vocación e innovación constante. En medio del pensamiento y  una enseñanza tradicional, ellas desafiaron las verdades pedagógicas de su tiempo, innovaron en la forma en la que se articulaban educación arte y  cultura, produjeron desplazamientos didácticos ideológicos y estéticos,  ubicaron al estudiante como el centro del proceso de construcción, estimularon su autonomía, su individualidad con un vínculo con la  comunidad y el ambiente, en un entorno en el que se dio valor al aprendizaje que se generaba en el trayecto,  más allá de los resultados. Todos los docentes llevan dentro la semilla de las hermanas Cossettini, por la capacidad que tienen de innovar constantemente y de ofrecer a los niños, niñas y adolescentes, entornos de aprendizaje adecuados a las necesidades individuales y sociales, con el apoyo de las nuevas tecnologías que son una fortaleza en el proceso de cambios e innovación educativa.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *