El calvario de los jóvenes ecuatorianos
Por: Fernando Uyaguari
Estudiante universitario y miembro de CES-AL, Cuenca (Ecuador)
En tiempos de campaña las promesas son expresadas con una voz de seguridad, compromiso y lealtad. La elocuencia de los políticos atrapa a una nación en sus garras para devorarla a medida que consiguen sus objetivos. Cuando la presa está débil, los farsantes de traje y corbata le dan la estocada final. En los escombros está el individuo que alguna vez creyó el discurso disfrazado de esperanza o como lo llaman los líderes sociales de revolución.
Tras esa breve y elocuente introducción el actual Presidente de la República habrá recordado su eslogan, no la de «Andrés, no mientas otra vez», la otra que prometió a un colectivo de jóvenes bachilleres «libre acceso a la universidad». Incluso, pensaba banalmente eliminar la Senescyt, ente regulatorio del acceso a las universidades e institutos públicos del Ecuador. Todas esas mociones a día de hoy quedaron en papeles y, de seguro, muchos aspirantes que dieron el Test Transformar 2022 se preguntaron, ¿no se suponía que ingresaríamos directamente?
Más allá del proselitismo político hay que analizar la falta de garantía hacia los jóvenes bachilleres que buscan un cupo a las instituciones de educación superior. El día miércoles 23 de marzo de 2022 aproximadamente 327.000 aspirantes estuvieron inscritos para realizar el examen. En la primera jornada hubo problemas técnicos para entrar a la plataforma. El Secretario de Educación Superior se disculpó y afirmó que los proveedores de los servidores eran los causantes de todo. Los inconvenientes crecieron, dado que algunos aspirantes denunciaban públicamente en las redes sociales que la página web les colocaba directamente cero. Inmediatamente, la Senescyt reprogramó las sesiones de aquellos que presentaban ese error; asimismo, en el transcurso de la jornada trató de solventar las dudas y quejas que aparecían en los medios de comunicación.
La red social Facebook de la Senescyt se llenó de comentarios negativos, debido a que en la primera jornada el servicio técnico de la plataforma Transformar no dio soluciones ni garantías a la caída de los servidores. En una publicación una aspirante colocaba “todos los jóvenes exigimos una nueva oportunidad con una plataforma que preste un buen servicio, estos problemas solo hacen que uno se desanime y no pueda luchar por sus sueños” (Bodero, 2022). En el transcurso del día se intensificaron los reclamos y las autoridades parece que olvidaron sus responsabilidades y compromisos.
Del mismo modo, las cosas empeoraron luego de que los primeros aspirantes terminaron la prueba. La mayoría se quejaba de que el tiempo era demasiado corto para resolver los ejercicios. Pese a que el Test Transformar evalúa competencias y habilidades: atención, percepción, memoria, resolución de problemas y comprensión, la cantidad de preguntas no compensa la hora y media disponible. Por lo tanto, el desánimo empezó a notarse en las noticias referente a los primeros resultados, puesto que la disconformidad de los representantes llegó a los periódicos y radios. Al unir todos esos hechos es preocupante el desamparo que afrontan miles de adolescentes al rendir exámenes de acceso.
Las personas que enfrentan todos estos procesos y los que ya superaron saben la preocupación que provoca este tipo de pruebas. El objetivo no solo es obtener un cupo, es imprescindible pensar en los estragos emocionales y en la ansiedad que aqueja el saber qué pasará después. Los meses para intentar entrar a las universidades públicas es cada seis meses, particularmente en Cuenca, es de un año. Imagínese los años y el arduo camino que debe afrontar un estudiante -puede ser que algunos digan es el esfuerzo que se requiere-, no obstante, no solo depende de eso, sino de la inversión económica y del presupuesto; elementos que corresponden exclusivamente al gobierno y que muchos desconocen.
Esos estragos que aquejan a los miles de ecuatorianos que son rechazados por este sistema de admisión todavía omiten ciertas cosas. Así como, la poca motivación que les queda para enfrentarse nuevamente al mismo mal. Por ejemplo, la propia Senescyt reveló la ausencia de un 20% de inscritos. Es muy seguro que la inasistencia se deba al rechazo y al miedo.
Para finalizar, no hay duda que el gobierno corta el hilo de los sueños profesionales y los sustituye por otros. Esto lo hace porque le es imposible ampliar las plazas universitarias, maestros, infraestructura, entre otros factores relacionados a la calidad y a la calidez. Una vez más el señor Presidente demuestra la poca fe que le tiene a la educación superior, solo basta con analizar las nuevas políticas económicas. El señuelo que lanzó en su temporada de campaña atrapó las ilusiones de miles de jóvenes, lástima que él mismo se encargó de romperlas.
Estimado Presidente del Ecuador, no mientas otra vez.
Irremediablemente, haber seguido la noticia que aquí se analiza, rememora aquellos días en los que, con la misma desconfianza e inseguridad, se asistía a rendir la famosa prueba que define el futuro de toda la vida.
Surge una interrogante que, entre líneas, se deja ver en este artículo: ¿Dónde están todos los rezagados tanto de las últimas como de las primeras promociones? Otra noticia, al parecer las filas para enlistarse a las filas de las Fuerzas Armadas han incrementado notablemente su número. No hay educación, no hay trabajo, queda hacerse militar… Si es así, que ojalá no sea.