Los estudiantes nacen para aprender más no para memorizar
Por: Fernando Uyaguari
Estudiante universitario y miembro de CES-AL, Cuenca (Ecuador)
Es por esto por lo que esta educación, en la que educadores y educandos se hacen sujetos de su proceso, superando el intelectualismo alienante, superando el autoritarismo del educador “bancario”, supera también la falsa conciencia del mundo.
Paulo Freire en Pedagogía del oprimido.
Hablar de la memorización en el campo educativo implica analizar la evolución de la educación en los últimos años. Hace un siglo los programas de formación insistían en la transmisión, retención y repetición del conocimiento. Podría argumentarse que los estudiantes no iban a la escuela a aprender, al contrario, tenían la tarea de memorizar la mayor cantidad de información posible. Es justamente por ello, que la gran mayoría de graduados se caracterizaban por su pasividad, indiferencia y tranquilidad ante los problemas sociales.
A breves rasgos, la memorización es un proceso mecánico, cuyo objetivo es impulsar la reproducción del contenido. Aquellos que expresan la información de un libro en su forma base -sin ningún tipo de reflexión- se les etiquetaban como inteligentes. Pasa lo contrario con los que no logran cumplir con esa premisa, a ellos se les denominaba a través de terribles seudónimos. Incluso, los docentes aplicaban la violencia para instruir a sus estudiantes, por algo en la educación tradicional surgió la célebre frase la letra con sangre entra.
En estos últimos años, la evolución tecnológica, política y, hasta, económica en la educación ha reformado los modelos conservadores. A día de hoy, la moción de que un educador debe transmitir el conocimiento a un grupo de estudiantes queda sin efecto. Es innecesario que los alumnos repitan datos que están en Internet u otras plataformas. La sociedad demanda personas que estén más preparadas, ojo no solo en contenidos, sino en competencias que les permitan desenvolverse en escenarios complejos.
De igual forma, el retorno a las aulas marca el inició de un nuevo modelo educativo. Históricamente tras superar períodos trágicos para la humanidad, la educación jamás vuelve a ser la misma. Particularmente, el final de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) dio paso a la Escuela Nueva; basada en la práctica y el protagonismo del estudiante. Igualmente, los organismos internacionales fomentaron programas de estudio principalmente para aumentar la tasa de graduación e igualdad de oportunidades.
El siglo veintiuno posiblemente establecerá nuevos rumbos para los estudiantes. La pandemia es la transición de una pedagogía a otra. Los pedagogos conciben que mantener el sistema educativo prusiano para las generaciones de hoy y del mañana implica regresar a lo mismo de siempre. Más allá de las limitaciones la humanidad entra en una etapa de nuevas metas. Por lo tanto, educadores y directivos reestructurarán los currículos, documentos curriculares entre otras políticas que perdieron la eficacia y no tienen ningún sentido conservarlas.
En este mismo orden de ideas, lo ideal sería potenciar la creatividad, reflexión, crítica y autonomía en los estudiantes según el desarrollo cognoscitivo. A un pequeño de Inicial jamás se le puede pedir que retenga lo que aprende; a los niños o niñas de la educación general básica, si bien es cierto ya dominan más habilidades, ellos aprenden mediante lo concreto y no en lo abstracto; en la adolescencia lo más óptimo sería la aplicación del aprendizaje significativo y, en muy pocos casos, se podría emplear la memorización.
Dentro de una década los investigadores tranquilamente podrán analizar las reformas educativas. Tal vez los países todavía conserven a la memorización como la mejor herramienta de aprendizaje. Sin embargo, el sueño más grande sería el surgimiento de un nuevo sistema, dado que en algún momento la formación académica tendrá otro propósito más allá del capitalismo. Un individuo nace para ser y hacer lo que más le gusta, condenarlo a las teorías de leer y repetir es desperdiciar un talento innato.
En síntesis, los grandes aprendizajes se logran mediante el pensamiento crítico u otras habilidades del siglo XXI. La educación moderna omitirá los modelos del pasado, principalmente debido a que la información constantemente se actualiza. Memorizar un aprendizaje y tratar de replicarlo automáticamente pierde vigencia en los años. Al estar dentro de un mundo repleto de dispositivos inteligentes que ponen en la palma de la mano una infinidad de saberes, ¿las escuelas todavía tienen el papel de transmitir el conocimiento? La verdad es que NO.
Si bien es cierto, el auge tecnológico y, por ende, toda la información que se puede encontrar ha facilitado, de cierta manera, la adquisición de conocimientos. Pero sería inoportuno pensar que todo lo que en la web reposa es cierto, útil o productivo. Ya lo expresa Bauman en ¨Los retos de la educación en la modernidad líquida¨, al sostener que la internet no ofrece más que una ¨masa de información¨ obsoleta. Entonces, ¿son capaces los niños de discernir lo ¨real¨ de lo ¨falso¨? ¿Es el pedagogo quien debe ocuparse de esta nueva tarea?
Ciertamente, las escuelas cada vez demuestran su inoperancia e ineficacia, pero lo digital tampoco promete gran cosa.
Tal como corea Feliciano: ¿Qué será, qué será, que será?