Entre Benedetti y Yo
Por: Shirley Ruiz
FSMET Col-Lat, Costa Rica
En este tiempo donde el reloj va a toda prisa, me senté un rato en la hamaca y mientras me columpiaba veía el cielo y como las nubes se van moviendo como si tuvieran que llegar rápido a otro lugar, como si en otro espacio de tiempo las esperaran para ser vistas por otros ojos y de pronto me doy cuenta que el mes de Enero se fue tan rápido como esas nubes.
Tal vez solo me pasó a mí, pero ni tiempo tuve de mirar la hoja del calendario y sin más, he tenido que arrancarla para darle la bienvenida al mes de Febrero.
Enero fue un mes como muchos otros, el tema de la pandemia continua, incluso, en casi todos los países los contagios llegaron a su pico más alto, los amigos o familiares más cercanos empezaron a dar la noticia de que habían salido positivos, lo extraño, es que esta vez la noticia no asustaba tanto como lo fue a inicios de la pandemia.
¿Qué cambió? (cada quien se puede responder eso)
Lo cierto es que la vida ha tenido que continuar, que ya no podemos tenerle miedo al virus y al contrario, tenemos que seguir y aceptarlo como un “resfrío” más y que quedarnos en la casa ya no es una opción, y así, la mayoría de personas han regresado a sus trabajos de manera presencial y los pasillos de las escuelas, colegios y universidades esperan ansiosos y alegres el regreso de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes con sus risas, gritos e historias de verano o las historias de lo que fueron 2 años de “encierro”.
Y sí, este 2022 será un año de cambios drásticos en la política, muchos países incluyendo el mío tendremos procesos electorales y cambios de gobierno.
Un tema que sin mucha alegría tiene al pueblo más bien con un desánimo ya que la corrupción ha sido tal que el votar ya no es una fiesta cívica, sino, es como un dolor de cabeza y un sin sabor de quién quedará y nos gobernará en los próximos cuatro años.
Y viene a mi mente un texto que escribí el año pasado para el cierre del “Foro Social de Economías Transformadoras y Alternativas, Colombia Latinoamérica”, en ese foro hicieron mención a un poema de Mario Benedetti: “Porqué cantamos”, poema que me llegó a los más profundo de mis emociones y sin darme cuenta, como si él (Benedetti) y yo estuviéramos sentados en una cafetería esquinera, mientras Él me lee su poema, yo respondo a cada verso que él pronuncia.
¡Una locura!, pero bueno, así es la vida, ¿Cierto?
Con mi café en mano, el cantar de las chicharras y la luna que tímidamente se va asomando, les comparto lo que nació entre Benedetti y yo… ¡Salud!
El pueblo Canta
¿Por qué el pueblo canta si la vida muere segundo a segundo, si se vive en una sociedad corrupta, sucia, enferma, donde la vida significa poco y la muerte de uno ya no es natural?
¿Por qué el pueblo canta si a los que luchamos la sociedad nos hace a un lado, nos amenaza, nos silencian y nos ponen gobernantes en los que no creemos, en los que el respeto es poco y la confianza es neblina?
¿Y Por qué el pueblo canta si el país que nos vio nacer se ha hecho lejos para muchos, es un país que los desaparece, un país que nos enfrenta?
Y cantamos, el pueblo canta, porque lo que se retiene, lo que se guarda, lo que no se dice es lo que explota en la soledad propicia, soledad que se comparte, que se vive, que se lucha, que se muere y se resucita en el duelo, en la angustia, en la alegría de recoger el insulto como forma de combate, en la gloria de las conversaciones, en el manjar de los abrazos.
El pueblo canta, se escucha, se siente porque no se queda de rodillas ante lo que le reprime, canta porque cree que cambiar los rumbos nos lleva a escuchar a los que nacen y luchan con un futuro lleno de esperanzas
Cantamos porque ya hemos llorado demasiado, porque sufrir nos ha hecho valientes, porque en el miedo y el enojo se escucha la voz del más fuerte, del intrépido, del que cree que los pasos dan frutos y que nuevos tiempos llegan.
Y cantamos porque otro día mejor es posible, porque las respuestas no se conforman con quedarse en preguntas, porque cada día se ha parido con dolor una sociedad igualitaria para todos y todas, cantamos con pasos hacia adelante porque mirar atrás nos invita a buscar la libertad que nos quitaron.
Cantamos con música, con poemas, con risas y bailes porque somos mensajeros y mensajeras que infunden ánimos, que hemos entendido los tiempos políticos, sociales y culturales, porque en nuestras manos la revolución se combate con amor, con futuro, con nuevas ideas acompañándonos de cerca y de lejos sintiendo en un mismo espíritu el deseo de un mejor mañana.
Excelente, se me puso la piel de gallina, y saltaron las lágrimas de mis ojos, un abrazo…