El frejol desde la cosmovisión andina. Una forma de jugar y reír desde la pasión investigativa
Por: Iván Petroff, PhD
Universidad de Cuenca (Ecuador)
El libro que hoy presentamos a la consideración del público de estas tierras de la Sierra Sur en Ecuador, concretamente en la Provincia del Cañar en el cantón Biblián es un motivo de celebración en el ámbito de la investigación cultural y sobre todo resulta ser un aporte muy significativo para la bibliografía andina en temas que tienen que ver con los estudios antropológicos y también en lo que se refiere a la concepción educativa nacional.
Entre otros aciertos y aportes de “Lúdica y juegos con el Frejol en Ecuador, Perú y Bolivia de los autores Eduardo Peralta Idrovo, Francisco Peralta Idrovo y Hernán Peralta Idrovo podemos destacar los siguientes:
El libro está concebido desde una documentada visión histórica, lo que le permite establecer características de una investigación basada en los diversos hitos e itinerarios del fréjol en las distintas culturas andinas, con sustento en libros y autores de reconocida prestancia como el caso de cronistas y compiladores de diferentes hechos y acontecimientos de la vida rural y urbana de épocas pretéritas que se remontan al desarrollo de las culturas vernáculas, así como alusiones a la colonia y épocas de la república.
Los autores proponen una serie de categorías antropológicas y culturales y sociológicas para determinar las funciones simbólicas, lúdicas y de identidad del fréjol como un componente muy importante de la cotidianeidad de las tres culturas andinas.
La recopilación de las distintas manifestaciones lúdicas, de juegos que se practican con el protagonismo de porotos palares, vacones y jurupis es detallada y permite una comparación y análisis entre las diferentes zonas de Ecuador, Perú y Bolivia con adaptaciones y sincretismos que permiten una compleja variedad de usos del frejol en los juegos tradicionales y populares del mundo andino
Otro de los ámbitos muy cuidados y ricos es el de la gastronomía con sus originales recetas que traducen la pureza de los primeros tiempos y el mestizaje que supone la colonia y la república
Desde el punto de vista de la información que trae este libro hay que relievar la sistematización de datos, cuadros, estadísticas y demás rubros inherentes a la temática de la que se ocupa el presente trabajo que además de su rigurosidad científica de sus investigadores, el material obtenido de hecho tributa a una brillante y creativa forma de exponer cada uno de los asuntos y aspectos del fréjol en los ámbitos del juego, la lúdica, la convivencia comunitaria, la educación, la cultura y la antropología, así como otras manifestación es del quehacer humano como la medicina ancestral y la gastronomía de cuyos textos y ejemplos nos vamos a ocupar, Así tenemos el famoso sancocho de frejol del que se dice:
En la Amazonía ecuatoriana centro (Chonta Punta, Tena, provincia de Napo), los habitantes de la nacionalidad kichwa cultivan fréjol voluble con tutores en las chacras, junto a la yuca, plátano, arroz y plantas medicinales, las mismas que se ubican a un lado de sus viviendas. Siembran el fréjol durante todo el año y cosechan en vaina verde, es decir, el grano en estado tierno, cada tres meses. La única variedad de la que disponen es de grano blanco grande, tipo arriñonado y con ese fréjol preparan un plato costumbrista importante en su dieta llamado “sancocho de fréjol”. Hoy en día, con la influencia externa, preparan también la menestra. La cocción de sus alimentos se realiza con leña (aporte de la Sra. Lourdes Grefa Sh., comunicación personal, 25 de octubre de2018. Recopilación: Iván Peralta).
Ingredientes:
– Fréjol tierno
– Plátano verde y yuca
– Cebolla paiteña
– Ajo serrano
– Cilantro del monte
– Pescado bocachico (opcional)
– Sal
Preparación
Se pone a hervir una olla con agua. Mientras tanto, con la ayuda de un cuchillo, se pela y pica el plátano verde y la yuca; de igual manera, la cebolla paiteña y el ajo serrano. Se pone en la olla el fréjol tierno, junto a todos los demás ingredientes picados y se hierve hasta que todos se hayan cocido. Si agrega el pescado para que los ingredientes compartan la cocción.
Ahora bien, es indispensable en este breve acercamiento a la obra de nuestros autores traer una cita que me parece fundamental para orientar este trabajo de valoración y orientación para que los potenciales lectores tengan los elementos de juicio suficientes que les permitan avanzar sin tropiezos por este encantador viaje que nos propone el equipo de investigación
Dice el prologuista:
“Lúdica y juegos con el fréjol en Ecuador, Perú y Bolivia”, son los actores. Los juegos involucran tanto hombres como mujeres, tanto gente adulta como niños. Y los granos de fréjol y torta se vuelven indispensables para enseñar las cuatro operaciones de cálculo básico. En todas las sociedades andinas rurales sin escritura saber contar era fundamental, y como lo explican los Autores los granos de estas dos leguminosas fueron valiosísimas herramientas didácticas. También para socializar con los demás a través del juego o la fiesta como la Noche de San Juan, entender los ciclos biológicos de las plantas, y en una esquina de la chacra de los padres, sembrar los chuies y ¡aprender a producir alimentos!
Mientras que en el plano de la lógica del juego se dice:
Hay muchas enseñanzas y dos lógicas: ganar o perder en infinitas formas de imaginar. Ganar ya no es imaginario, es sonrisa y alegría, risas y sarcasmos; es sumar, aumentar. Perder es dejar de tener, restar, es la contingencia de la desgracia que desluce y desmejora el “ego” de los perdedores, se arrincona la espiritualidad y la inmaterialidad por algo material. El fin siempre es ganar.
Es importante también subrayar citas y autores que van reforzando y apuntalando algunas de las categorías que se tornan indispensables de entenderlas para poder vislumbrar el adecuado contexto en el que se debaten los temas del juego, la gastronomía, la medicina ancestral, mitos y narrativas que giran en torno del imaginario cultural de los pueblos ancestrales del mundo andino según Morín, E. (2006), una forma de comprender la cultura:
Una cultura es un conjunto de saberes, saber-hacer, reglas, estrategias, hábitos, costumbres, normas, prohibiciones, creencias, ritos, valores, mitos, ideas, adquirido, que se perpetua de generación en generación, se reproduce en cada individuo y mantiene, por generación y re-generación la complejidad individual y la complejidad social. La cultura constituye de este modo un capital cognitivo, técnico y mitológico no innato.
La investigación aborda el tema de la medicina y sus prácticas curativas, lo que resulta otra de las informaciones que son aportes al conocimiento cultural
En las comunidades rurales de la Sierra ecuatoriana, todavía se acostumbra usar el fréjol con fines medicinales y de curación. En la cosmovisión dual frío-caliente, este grano es considerado como caliente, cálido, y se lo aprovecha en preparaciones de cataplasma: una pasta blanda que se aplica en fracturas de huesos. En algunas comunidades de la Sierra, las mujeres comen el fréjol negro cocinado para superar las alteraciones del ciclo menstrual.
Haciendo énfasis en la reflexión de la función educativa del juego y lúdico debemos manifestar que el primer objetivo de la escuela, a juicio de Fernando Savater, es la fabricación de ese ser humano capaz de participar de forma crítica en una sociedad. La escuela debe formar seres humanos más libres. Pero la libertad es algo–y quizás sea esta su paradoja–a lo que se llega por medio de una cierta disciplina. El niño en libertad para el juego o para las normas que regulan dicho juego. Según quien habla –y por lo que se desprende, la libertad está ligada a una determinada disciplina que enseña que hay que responsabilizarse de las decisiones que se toman en su momento, tener conciencia de que las acciones en la vida tienen un precio, que no todo da igual, sino que las opciones elegidas exigen casi siempre unas consecuencias.
La educación siempre ha sido una pugna entre voluntades, ya que ningún niño quiere aprender aquello que le cuesta trabajo asimilar o que le quita tiempo de diversión. Pero lo inquietante en la actualidad es que a la gran mayoría de los nuevos docentes les resulta mucho más difícil controlar la disciplina en el aula que enseñar. No es posible anticipar el grado de autoridad que tendrá el futuro profesor en el aula, pero en cualquier caso numerosos pedagogos coinciden en considerarla imprescindible. Siempre que se entienda adecuadamente el concepto mismo de auctoritas, que nada tiene que ver con el “autoritarismo”. Para entendernos, algo así como “tener autoridad moral”.
“La idea de ir a jugar a la escuela es disparatada”, dice tajantemente Savater. Asegura que para jugar los niños se bastan solos. “Se habla muy a menudo de que el aprendizaje deber ser divertido y debe tener un carácter lúdico. Al llevar esta idea al extremo, donde cada paso del aprendizaje está marcado por el juego, lo lúdico y lo divertido, estamos confundiendo al niño. No le estamos enseñando a diferenciar entre lo que es un juego y lo que es enseñanza. El aprendizaje exige una atención diferente a la de un juego”. Según esto, contra lo que suele creerse, los profesores no deben ser meros colegas lúdicos ni animadores emocionales de la comunidad escolar. Con todo, queda en pie la interrogante: ¿cómo dar sentido y propósito educativo al juego sin que deje de ser juego?
Más allá de esta problemática, hay infinidad de proyecciones educativas y sociales que deben plantearse en torno a la cultura del juego. Por ejemplo, si consideramos la relación entre el juego y la felicidad, en lo que tiene que ver con la infancia, el juego debe estar entre los Derechos del Niño. Muchos colectivos de protección a la infancia han puesto especial énfasis en sus beneficios: “si se juega en familia, mejor, y si es con sus padres, muchísimo mejor”, así lo concluye el estudio Juego y felicidad en la infancia, elaborado por Imaginarium, con la colaboración de la Universidad Complutense de Madrid. ¿Pero tiene el hombre y la mujer de la postmodernidad disponibilidad para ello?, ¿siempre agobiados por el ritmo alucinante de la vida actual? Nosotros resumimos esta problemática con la convicción de que “lo importante es que el tiempo que se pasa con los niños sea de calidad”.
En las páginas del libro se señalan con argumentos inobjetables muchos de los beneficios que para el aprendizaje dejan los juegos tradicionales. Algunos de ellos: el desarrollo del lenguaje oral en el niño, pues se adquiere un vocabulario básico y específico del juego a través de cánticos, rimas y otras expresiones verbales. Otras páginas del volumen resaltanla conexión con la interculturalidad: “reconocimiento y aceptación de diferentes culturas por parte de niños, educadores, familias y comunidades”. Es decir, incentivar la convivencia social para superar los prejuicios y la discriminación. Esto exige la elaboración de programas vinculados con la vida.
Cuando le preguntaron a Gabriel García Márquez sobre la educación de los niños respondió: “lo único importante es encontrar el juguete que llevan dentro”. Según esto, cada niño tiene uno distinto y la clave consiste en descubrir cuál es su juguete personal. García Márquez se expresaba desde su propia experiencia, porque parece ser que era un mal estudiante hasta que un profesor le ayudó a encontrar su propio juguete: las palabras, con las que más tarde crearía incansablemente mundos fabulosos e inolvidables para sus innumerables lectores.
Otros autores coinciden en similares reflexiones sobre el valor y sentido del juego: “Jugar es fluir”, dice Mihaly Csikszent. En su best-seller -“Flow”- explica que cuando jugamos entramos en un estado de flujo, es decir, en un estado en el que el tiempo pasa sin darnos cuenta, nos olvidamos de los problemas y nos centramos solo en lo que hacemos. Por ello, a través de las distintas variedades del juego -competición, el azar o la creación de realidades alternativas- descubrimos y exploramos posibilidades personales y de nuestro entorno, concluye Mihaly Csikszent.
En la desesperación de ver el mundo he querido detener el tiempo de la niñez. Sí, al verlos amontonados en alguna esquina, en esas conversaciones herméticas que para los grandes no tienen ninguna importancia, he sentido la necesidad de paralizar el curso del tiempo. Dejar a esos niños para siempre ahí, en esa vereda, en ese universo hechizado. No permitir que las suciedades del mundo adulto los lastimen, los quiebren. La idea es terrible, sería como matar la vida, pero muchas veces me he preguntado en cuánto contribuye la educación a adulterar el alma de los niños.
Es urgente encarar una educación diferente. La búsqueda de una vida más humana debe comenzar por la educación. El niño puede aprender a valorar lo que es bueno y no caer en lo que le es inducido por el ambiente y los medios de comunicación. No podemos engañarlos a lo que se refiere a la irracionalidad del consumo, a la injusticia social, a la miseria evitable, y a la violencia que existe en las ciudades y entre las diferentes culturas. Con poco que se les explique, los niños comprenderán que se vive un grave pecado de despilfarro en el mundo.
Estas ideas de Sábato no son incompatibles con el hecho de que los niños siempre se han caracterizado por la curiosidad y la imaginación. Decía un escritor: “todos los niños son poetas”. “La infancia es época definitivamente poética, si por poética hemos de entender ese conjunto de esferas de la realidad que se reproducen en el ímpetu de la pasión creadora, capaz de transformar personajes y objetos con la fantasía del niño: un gran penco como una embarcación, un avión de carrizos, alfeñiques en forma de pájaros”.
De entrada, sobre los verdaderos destinatarios del libro que comentamos -los niños y las niñas, el mundo de la infancia- este fragmento de Ernesto Sábato:
En la desesperación de ver el mundo he querido detener el tiempo de la niñez. Sí, al verlos amontonados en alguna esquina, en esas conversaciones herméticas que para los grandes no tienen ninguna importancia, he sentido la necesidad de paralizar el curso del tiempo. Dejar a esos niños para siempre ahí, en esa vereda, en ese universo hechizado. No permitir que las suciedades del mundo adulto los lastimen, los quiebren. La idea es terrible, sería como matar la vida, pero muchas veces me he preguntado en cuánto contribuye la educación a adulterar el alma de los niños.
Es urgente encarar una educación diferente. La búsqueda de una vida más humana debe comenzar por la educación. El niño puede aprender a valorar lo que es bueno y no caer en lo que le es inducido por el ambiente y los medios de comunicación. No podemos engañarlos a lo que se refiere a la irracionalidad del consumo, a la injusticia social, a la miseria evitable, y a la violencia que existe en las ciudades y entre las diferentes culturas. Con poco que se les explique, los niños comprenderán que se vive un grave pecado de despilfarro en el mundo.
Pero ese “niño creador” puede quedar sensiblemente limitado cuando se le aplica una educación rígida. El niño debe desarrollar libremente su espontaneidad y su fantasía, por encima de una rutina casi opresiva y mediocre. Aunque de estas cuestiones ya hemos hablado.
Destaquemos ahora esa facultad de todo niño para ver más allá de la realidad admitida por los adultos. El mismo García Márquez escribió en un “Manual para ser niño”: aspiro a que estas reflexiones sean un manual para que los niños se atrevan a defenderse de los adultos en el aprendizaje de las artes y las letras. “Defenderse de los adultos”, esta expresión debe entenderse en su justo sentido: por supuesto hay que dejar al niño ser él mismo, pero el niño –todavía- no tiene ningún interés en ello, lo que le gusta es conocer el mundo, hacer lo que no es él, precisamente. Tal y como piensan hoy día un gran número de psicólogos y educadores, la infancia no es un simple paso hacia la edad adulta, en la infancia se encuentran muchas de las claves de lo que será la persona en un futuro
Lo importante, decimos nosotros, es no olvidar que el mejor maestro sólo puede enseñar, porque el acto extraordinario de aprender lo realiza el niño, la niña.
En el caso de la vinculación del juego con la música, el tipo de lenguaje que utiliza el ritmo, la melodía, y la armonía como medios de expresión de los infantes son los predominantes.
La Educación Musical constituye el pilar fundamental en el que se debe asentar la primera fase de la educación, la que debe ser incluida en todas las actividades que realiza el niño.
El canto es una actividad básicamente expresiva y de integración grupal. A la hora de cantar es importante prestar atención no solo a lo que se dice sino también entender el significado de lo que se canta. Al elegir las canciones que vamos a enseñar a los niños debemos tomar en cuenta la letra, el ritmo, la comprensión, la motivación, la sencillez, la raíz folklórica que por su contenido musical y afectivo facilitará su entendimiento
Derecho que no debemos cercenar y menos aún desde un planteo educativo. Es más, el juego ofrece una posibilidad agradable de construir aprendizajes ya que a través de él se revive una condición antropológica distintiva del hombre. “Todos los niños del mundo juegan, y esa actividad es tan preponderante en su existencia que se diría que es la razón de ser de la infancia” UNESCO. Podemos agregar que el juego es una conducta básica tan antigua en el hombre como él mismo, que le permite encontrar alivio a la realidad, dejando de lado la insistencia de las necesidades, y construir un mundo real, regido por el orden, la equidad y la perfección. “Que el hombre sea capaz de jugar, se permita hacerlo, ya es un indicio de su grado de salud y de sus posibilidades de adaptación, pero el tipo de juegos que realice nos señala el nivel de adaptación y el grado de desarrollo intelectual, social, afectivo, dinámico y hasta ético en el que se encontrara en un momento determinado (…)”. En el juego están las raíces del arte, de la creatividad, de la evolución del espíritu en libertad para manifestarse, del sentido del deber, de la justicia, de la disciplina, de la sana competencia y del trabajo en equipo, de la responsabilidad personalizada y de la autonomía integrada”. Sergio Pérez Álvarez (1993) en El juego en el aprendizaje constructivo. De Ramón Enrique Medina y Mabel Carolina Vega. Prólogo Ediciones Braga S.A. Buenos Aires.
Actualmente la Teoría de Juegos se ocupa sobre todo de que ocurre cuando los hombres se relacionan de forma racional, es decir, cuando los individuos se interrelacionan utilizando el raciocinio. Sin embargo, la Teoría del Juego tiene todas las respuestas a todos los problemas del mundo. Evidentemente definir la Teoría de Juegos es tan absurda como su lógica, pero la realidad es que la Teoría de Juegos consiste en razonamientos circulares, los cuales no pueden ser evitados al considerar cuestiones estratégicas. Por naturaleza, a los humanos no se les da muy bien pensar sobre los problemas de las relaciones estratégicas, pues generalmente la solución es la lógica a la inversa.
En la Teoría de Juegos la intuición no educada no es muy fiable en situaciones estratégicas, razón por la que se debe entrenar tomando en consideración ejemplos instructivos, sin necesidad que los mismos sean reales. Por lo contrario, en muchas ocasiones disfrutaremos de ventajas sustanciales estudiando juegos, si se eligen cuidadosamente los mismos.
Para un especialista en Teoría de Juegos el ser deshonesto, sería un error comparable al de un matemático que no respeta las leyes de la aritmética porque no le gustan los resultados que está obteniendo.
En la presente edición de Lúdica con el fréjol la utilización del grano para contar, jugar, congregar, curar o disfrutar de su colorido o sabor es lo que nos ha permitido sobre todo estas pequeñas reflexiones sobre la importancia del juego como una actividad insoslayable para la preparación hacia la vida práctica y adulta. Sin embargo el trabajo cubre otros ámbitos que nos conducen a una propuesta íntegra como proyecto cultural que se ramifica por las distintas esferas del quehacer humano, hemos de recalcar.
Finalmente, pienso que este libro nos ha permitido un extenso periplo por diferentes estadios culturales, sociales, lúdicos y educativos que con el frejol como protagonista hemos podido conocer una verdadera cartografía de las posibilidades de uso y ritual del frejol a lo largo de la historia de nuestros pueblos andinos.
Investigación rigurosa de estos autores que hermanados por la sangre y su cultura han logrado un trabajo en el que es fácil visualizar la pasión con la que han realizado esta enorme tarea de investigación que rescata y afirma nuestra identidad cultural
Felicito a sus autores y editores por tan magnífica obra con alta factura de una publicación que tiene ya su sitial en el contexto de la construcción de una filosofía investigativa y de reafirmación de nuestros valores en América Latina.