De tumbo en tumbo y otras tribulaciones. El viacrucis de Colombia
Por: Jacqueline Murillo Garnica, PhD
Colombia
Lo que asombra no son los paraísos fiscales. Lo que nos deja perplejos es la ironía de saber que tengamos al director de la Dirección de impuestos Nacionales envuelto en el escándalo de los “Pandora Papers”. El ejercicio de la democracia permite que los ciudadanos elijamos a los políticos correctos, a los que puedan endilgar su oficio con rectitud. La historia de Sócrates hace parte del pasado, de la arcadia de la verdad y a ella debemos aludir en este presente preñado de desequilibrios sociales e insensatez para gobernar.

En Colombia y algunos países de América Latina esto se queda en el papel, en los obsoletos y añejos ideales de la honestidad, de los ciudadanos que obran pensando en el bien común. La desfachatez de algunos exmandatarios colombianos y la actual vicepresidenta, empapelados hasta el gaznate con este nuevo escándalo que opaca un anterior, y así vamos en Colombia de tribulación en tribulación.
El reciente informe del Observatorio Ciudadano de Corrupción (OCC), en el que Colombia empezó a ser parte desde la VIII Cumbre de las Américas en 2018. En el resumen se pone de manifiesto, como: “La actual coyuntura en Colombia se ha visto marcada por la pandemia del COVID-19, la cual ha significado la profundización de la desigualdad en el país, a la vez que ha coincidido con desafíos para el sistema de pesos y contrapesos del sistema democrático. Un ejemplo de esto es la marcada concentración de poder en cabeza del Ejecutivo, la disminución en los controles sobre la contratación pública de los recursos destinados para la atención de la pandemia, y el deterioro en la independencia de las instituciones y órganos de control”.
Resalta este informe también el estallido social y por qué salieron los ciudadanos a las calles en pleno cénit de pandemia. “En el marco de esta movilización, se evidencia la necesidad de avanzar en medidas para la rendición de cuentas y acceso a la información pública sobre situaciones que constituyan violación de derechos humanos, la revisión del equilibrio de poderes e independencia de los órganos de control e investigación, la protección a los grupos en condición de vulnerabilidad en un contexto agravado por la pandemia, y la investigación y la reparación de los hechos de corrupción”. Preocupa en este maremágnum de corruptelas que el poder en esta administración esté concentrado en los órganos de control, es una de las tantas abyecciones que se han dado en el actual gobierno.
La investigación que llevaron a cabo los 600 reporteros en 116 países y una vez analizaron 11.9 archivos fue bautizada como Pandora Papers. Este submundo no sería posible solo con el concurso de los bufetes de abogados, también de redes bancarias. Todo un consorcio al servicio de los intereses desmedidos de mandatarios, complots de sociedades secretas, la revelación de la verdadera identidad de los dueños de islas, mansiones, clubes, yates, obras de arte de valor incuantificable. El planeta sorprendido ante la valiosa y juiciosa investigación; por ejemplo, en el austral, Chile, la fiscalía abrió indagación por presuntos delitos de cohecho, de soborno y tributarios, al presidente Piñera. En Colombia, el país que camina no solo como el cangrejo, que también se la pasa de tumbo en tumbo; contrasta con las recientes declaraciones del primer mandatario de los colombianos: “tener cuentas en el exterior no es un delito”.
Aquí Duque no solicitó el concurso de la justicia para encontrar a los grandes evasores de impuestos, al contrario, como lo menciono al comienzo de esta columna, el director de la DIAN también está salpicado en este escándalo. Total, así como ha venido sucediendo con los integrantes del alto gobierno todo queda entre nos, y, como una nueva perla de desventuras de este país atribulado y doliente se suma a este viacrucis: la aprobación por parte del Congreso de la República, de la ley de garantías.