Azogues, parcela del corazón
Por: Dr. Lauro R. Yumbla Lucero
Azogues, Ecuador
Tierra mía, tierra de mis alegrías y añoranzas,
parcela de mis ancestros y descendientes;
paraíso de incontrastables encantos,
con tus mañanas alegres y tardes sabor a miel…;
naturaleza pródiga,
entusiasmo permanente,
empeño incondicional,
gloria,
alabanza,
hospitalidad,
bienaventuranza.
Orlada de historia,
cultura,
tradiciones,
que te han engrandecido desde siempre,
en virtual paradoja a tu pequeña porción territorial,
que jamás fue un limitante ni barrera
en tus sueños y anhelos de progreso y superación.
Azogues:
Pira de imborrables recuerdos
agitándose incendiarios en mi memoria,
desde el umbral del lejano pasado cañari,
hasta el alero resplandeciente
de la turbulenta,
convulsionada
y apresurada modernidad.
Azogues:
Partitura de soberbio concierto mañanero
coreado magistralmente por mirlos,
gorriones
y jilgueros
de esta comarca milenaria de flores amarillas.
Escalón firme,
seguro,
inequívoco.
para llegar al Cielo, de pie, no de rodillas,
de la mano del Poverello de Asís
y de la Virgen del Calvario,
que cuida amorosa la seguridad de sus hijos
desde la cima del coloso Abuga.
Azogues:
Símbolo de fortaleza, altivez, dignidad
de tus hijos que construyen incansablemente
tu futuro, tu grandeza.
Blasón,
baluarte,
emblema,
enseña
de la fraternal y franciscana azogueñidad,
que se teje y desteje, día a día,
en la copa del sombrero del toquilla.
¡Tierra mía…, mi ciudad amada,
donde sepultarán mis humanos despojos
para no separarme de ti ni con la muerte!