El arte feminista también “ES” un arte político: rebeldía y críticas

Por: Shirley Ruiz
FSMET Col-Lat, Costa Rica

Podemos hacer todo un recorrido desde los años 1827 donde nació Bárbara Bodichon, una mujer artista que se convirtió en una de las principales figuras de la lucha por los derechos de las mujeres en el s. XIX.

Bárbara junto con otras mujeres artistas formaron en Langham Place (Londres) un grupo de debate sobre los derechos de las mujeres que fue pionero en Gran Bretaña y empezaron a ser conocidas como «The Ladies of Langham Place», entre otras cosas publicó y creó espacios donde las mujeres pudieran expresarse y crear en libertad.

Nos vamos ahora para el año 1936, donde Teresa Serrano, artista conceptual contemporánea latinoamericana nos muestra un fuerte carácter político.

Teresa es escultora pero la exposición principal de su obra está centrada en vídeos y películas que abordan la violencia, la desigualdad de género y la lucha feminista.

Mari Chorna, una artista catalana de 1942, inicia como poeta e impulsora de proyectos colectivos socioculturales y feministas, pero en los años sesenta se convierte en una pionera en la representación del cuerpo femenino con un estilo pictórico a medio camino entre el nuevo realismo y el arte pop, que marcaría el camino del arte de vanguardia feminista en la década de los 70.

También fue cofundadora del espacio para mujeres “La Sal”, que dio lugar a la primera editorial feminista del estado español: Edicions de les Dones La Sal (1978-1990).

También participó en la creación de Quadern del cos i l’aigua (1978), la primera publicación que representó el lesbianismo de forma textual y visual.

Y así, en diferentes años y épocas el arte feminista representa en la cotidianeidad una lucha y una rebeldía que para algunos es catalogada muchas veces como “voluntaria o involuntaria” pero tan necesaria y urgente ya que trata temas que afectan directa o indirectamente a la sociedad en general y que se representan a través de la figura femenina.

Es muy importante volver a señalar que el arte feminista tiene un contenido político específico, pero que no deja de lado todo lo que representa la vida de los seres humanos (mujeres y hombres) dentro de la sociedad como seres políticos, por lo que el arte feminista se une y hace parte de todo tipo de arte que tiene un contenido político e ideológico, la única cuestión es que varía la política de que se trata.

En 1926 Nancy Spero fue considerada una de las artistas más radicales del movimiento feminista, tanto a nivel artístico como político ya que desafió al patriarcado a través de su representación de la experiencia de la mujer y en sus obras denunció el abuso generalizado del poder y la dominación masculina y abordó temas tan complejos como las atrocidades cometidas en la guerra de Vietnam, el Holocausto o las dictaduras latinoamericanas.

Se dice que en los años 60 el movimiento de Arte feminista se consolida a lo largo de los setenta como parte del movimiento feminista más amplio, enfocándose en examinar las representaciones de las mujeres en el arte y del arte producido por mujeres.

Caminos que hasta el día de hoy no se han detenido y más bien donde muchas mujeres artistas abrazan los esfuerzos y logros que a través de la historia otras han ido dejando huellas y han abierto puertas visibilizando el arte de mujeres como práctica artística que lleva un mensaje lleno de conceptos y temas donde la crítica ha señalado y se ha manifestado fuertemente.

Muchas de las pioneras artistas han sido consideradas “mujeres adelantadas a su tiempo” ya que la práctica artística por sí misma tiene su propia lucha política, pero ellas dan un paso adelante y no solo se conforman con hacer “arte”, sino que se “rebelan” a sociedades donde las mujeres no podían expresarse abiertamente ni en política ni en otros espacios culturales y dejan de lado los “No” para tomar una posición activa y fuerte desde la cercanía llevando procesos de deconstrucción donde cuestionan y valoran las diferentes causas de lucha que como mujeres vivían en su día a día.

Por otro lado las artistas de los años sesenta y setenta se destacan en la temática de la autorrepresentación del cuerpo, ellas serían las primeras en criticar, ironizar y subvertir las imágenes de la mujer difundida por la tradición del desnudo femenino, deconstruyendo con sus reflexiones la posición de la mujer como sujeto activo en la autorepresentación de sus cuerpos y no como se había venido exponiendo hasta ahora como mero objeto sexual por parte de los artistas varones.

Sophie Krasser  expresa que las mujeres dejan hablar a su cuerpo y que eso en sí es una práctica política, por otra parte, los mensajes que se divulgan a través de sus producciones podrían considerarse como un discurso transformador.

Los aportes de las mujeres artistas en todas las áreas contribuyen positivamente en la reconstrucción de la identidad femenina, por tratarse de actividades que, desde sus inicios, se han enfrentado a los papeles y tareas que han sido impuestas a las mujeres y que les ha restado el placer natural que el cuerpo les brinda.

En la mayoría de las obras del arte feminista prevalecen los temas como la fragilidad de la existencia humana, se denuncia la violencia impuesta por el patriarcado, la forma negativa en cómo se han sexualizado los cuerpos, la censura, la opresión, las guerras, los diferentes abusos entre otros temas.

Todo esto nos lleva a una “nueva conceptualización del cuerpo” donde antes la mujer era “objeto-musa” y ahora es “sujeto-creadora” por lo que aquel concepto de “construcción cultural” tiene una ruptura y el arte feminista lo descompone, desconfigura y lo contraria combatiendo los formatos sociales que han sido construidos culturalmente.

El arte feminista se afirma en la idea de Jacques Derrida que introdujo el término “deconstrucción”, donde el propósito de la tarea “de-constructiva” consiste en des- hacer, desmontar lo que ha sido edificado, pero mediante esta labor no se pretende destruirlo todo sino comprender el modo en que ese “algo” ha sido construido, articulado, y cuál es el sentido que este profundiza, por lo que el arte feminista nos trae otra perspectiva y crea nuevos significados y re simboliza las metáforas donde las mujeres con sus sentimientos, sus modos de vida, su cuerpo y el lenguaje se puedan expresar abiertamente y en libertad en medio de las sociedades patriarcales.

El arte feminista crea en mi cuerpo y en mi vida una forma
de encontrarme conmigo misma desde mis bailes internos 
llevándome a debatir con la mujer creada por la sociedad
y la mujer creada desde la danza interna que me
lleva a moverme en libertad en diferentes escenarios
de la vida y sus pasiones”.
Shir Ruiz

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