A las puertas del nuevo lectivo en la región Sierra

Por: Esthela García M.
Docente, Azogues (Ecuador)

La inserción cada vez más ampulosa de la tecnología en los ámbitos y actividades humanas, nos pone de cara ante lo que algunos pensadores llaman la sociedad del conocimiento.  La inmediatez de las comunicaciones y la infinita cantidad de contenido accesible a través de Internet, nos hace olvidar épocas anteriores, donde las  relaciones humanas se volvían obligatoriamente más cercanas, y el contacto interpersonal era básico para la consecución de objetivos.

La educación vista como  el complemento de la formación  individual de las personas, se ha involucrado de lleno en esta avalacha tecnológica por fuerza, como consecuencia de la pandemia.   Las  estrategias producidas desde el Ministerio de Educación, con el propósito de que el derecho a la educación en su condición de universal, llegue a todos los niños, jóvenes y adultos.   Obligando a los profesionales de la educación, sin importar la edad,  a capacitarse constantemente y adaptarse a esta nueva  forma de llevar el proceso de enseñanza  virtual;  lo que de alguna manera se ha vuelto una fortaleza desarrollada a pulso por todos, acatando las propuestas y las directrices ministeriales que tienen buenos fundamentos,  y cuyos objetivos se instalan con la utopía de ser cumplidos mayoritariamente, para que el saber sea el mayor patrimonio de las personas, al servicio de la comunidad. 

No debemos olvidar que el desarrollo social y educativo  a través de su dinámica,  ha generado brechas que en un principio han sido difíciles de superar, por ejemplo: entre quien sabe leer y  escribir, y quien no;  entre quien puede ir a la escuela y quien no;  escollos que han sido superando con el cambio de paradigmas educativos y sociales. Pero, así como la tecnología  y los sistemas de comunicación por internet, nos han  dado herramientas factibles para cubrir las necesidades educativas de la población,   también han generado brechas,  por el acceso a  estas herramientas, y eso lo hemos podido experimentar durante el lectivo anterior, íntegramente ejecutado de forma virtual en la mayoría de instituciones educativas, de todos los niveles. 

Un gran porcentaje de niños y jóvenes desertaron durante el año lectivo, pese a los esfuerzos del Ministerio y sus organismos  zonales y distritales de gestión; por garantizar la continuidad educativa  de los estudiantes, por lo que no podemos decir que este propósito haya sido efectivo en su totalidad debido a esta brecha tecnológica y comunicacional que se ha abierto en el sistema educativo, debido a todo lo que ha generado la pandemia.

Según el modelo de gestión educativa que está dentro del marco de la LOEI y su reglamento,  la educación es universal y obligatoria para todos sin excepción, esto ha generado que las insituciones educativas fiscales  tengan una población estudiantil completamente heterogénea y que desde  el gobierno central, no haya preferencia para ninguna en el ámbito de dotación de recursos gubernamentales que faciliten el ejercicio pedagógico y administrativo en todas ellas. Por esta razón, la procedencia de los niños y jóvenes a las mismas es muy variada, pues en cada institución asisten estudiantes de buen nivel económico  y quienes viven en situacion de pobreza, de violencia, de marginación, condiciones que a estos últimos les impiden que puedan desarrollar su aprendizaje de forma óptima o que  puedan acceder a los procesos educativos, desde contextos muy complejos.

Haciendo un análisis muy rápido de los resultados del lectivo anterior,  viviendo de cerca la realidad de las instituciones educativas, es posible evidenciar que no se ha conseguido un aprendizaje verdadero en un gran porcentaje de estudiantes, no solo por la dificultad en el acceso a la conexión o la falta de dispositivos, sino por el hecho de que   la eficiencia del ejercicio pedagógico depende ostensiblemente del apoyo  que el niño o el joven reciben en su entorno familiar,  al no tener este aporte o este acompañamiento;  todo el trabajo del docente a veces resulta infructuoso,  porque los padres tienen  actividades laborales,  que nos les permiten controlar el  el ingreso a clases, el cumplimiento de tareas, o la forma en que sus hijos emplean su tiempo libre en el hogar. O porque la situación emocional dentro del hogar se ha visto deteriorada por la convivencia.  O porque los padres o encargados de los   niños no tienen  la suficiente preparación para asesorar o apoyar al docente en su trabajo. Variadas son las causas que producen la situación preocupante de la educación a nivel nacional, a las puertas del inicio de un nuevo lectivo en el régimen sierra. Es necesario que se replanteen las estrategias macro, meso y micro, sin soslayar el valor del trabajo docente en todos los niveles, pues el gobierno debe dar prioridad a la satisfacción de sus necesidades individuales, laborales, para el ejercicio de  la función tan valiosa para el adelanto  del país y que todo lo que se planifica y se propone en las esferas del gobierno central pueda aterrizar en las aulas de clase, virtuales o no.

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