¿Nuestros logros deportivos?

Por: Carola Beatriz Henríquez Espinosa
Comunicadora, Chile

Los Juegos Olímpicos nos dejan muchos sentimientos, alegría, frustración, esperanza, preocupación, entre otros, pero, sobre todo moda y como se dice coloquialmente, novelería.

No en un mal sentido, tal vez, la atracción y orgullo que provocan los deportistas que han obtenidos diversos logros en Tokyo 2020, sean útiles no sólo para que la gente suba fotos a sus redes sociales arriba de una bicicleta o usando turbantes, sino para generar un real interés por las condiciones de las y los deportistas, pues, al final para competir al nivel que lo hicieron debieron pasar una serie de pruebas y selecciones hasta ahora desconocidas por la mayoría de fans y seguidores.

Cosa que no pasa con el fútbol, pues la mayoría de ecuatorianos debe saber en qué etapa de las clasificatorias para el mundial estamos ahora, cuándo es la próxima fecha, el lugar del equipo nacional, y quizás hasta quiénes serán los próximos convocados. Y no es que no me guste el fútbol, al contrario, pero sí me disgusta la facilidad que se tiene para sentir el orgullo nacional de acuerdo al momento deportivo del año.

Las duras críticas que han realizado a las autoridades y a la institucionalidad son preocupantes, por más argumentos y defensa que se dé, las quejas no vienen del imaginario de las y los deportistas, ni son de mala fe. Cuando un dirigente responde que nos somos Australia ni Nueva Zelanda como una justificación a la ecuatorianidad, sin duda, entrevemos que queda un largo camino por recorrer aún, sin dejar de reconocer, claro, que los avances que puedan tener las y los competidores olímpicos, además de un gran esfuerzo y responsabilidad personal, en su momento tuvieron el apoyo de imaginar al deporte como una disciplina de alto rendimiento, si los frutos de hoy son resultados de las políticas públicas de ayer queda en discusión, pero tal vez, no se pierde con volver a concebirlo así.

Pero más allá de las críticas, la moda y la institucionalidad, vale rescatar algunos aspectos que se presentaron en estos Juegos Olímpicos, reconocer el rol de las mujeres, no sólo las ecuatorianas y toda la fortaleza que representan, sino las que decidieron correr embarazadas, o las que decidieron levantar su voz y negarse a usar un uniforme o usar uno distinto al habitual, no sólo por la incomodidad, sino también por la sexualización y la ya tan denunciada objetivación del cuerpo de la mujer. O hablar de la salud mental, sin que esto signifique rendirse o calzar en un rol determinado.

Históricas no son solo las medallas de oro y plata obtenidas, histórico es que deportistas trans género puedan participar abiertamente, sin tener que esconder su verdadera identidad, a pesar de algunos comentarios completamente inadecuados por parte de periodistas, comentaristas o en redes sociales, más allá de esto, sin duda es un paso para avanzar en contra de la discriminación y los prejuicios, asegurando espacios para una participación e inclusión un poco más reales.

Tokyo 2020, además, es parte de la historia al ser los primeros JJ.OO. en el que se acerca a la paridad con el 48,8% de participación femenil, siendo el mayor número de deportistas mujeres en la historia de las olimpiadas modernas.

Sin duda, el “sueña como niña”, “sé fuerte como niña”, “entrena como niña”, “grita como niña”, “juega como niña” va tomando, de a poco, más significancia en este espacio y permite que el mensaje no sólo sea un slogan, sino un anhelo para miles de niñas, ojalá que esa esperanza no se quede en el camino a causa de la falta de apoyo y las malas políticas públicas respecto al deporte, así tal vez, en París 2024 las medallas aumenten y no sea sólo una moda de cada cuatro años.

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