Y de nuevo Haití…

Por: David Rubio Q.
Politólogo, Colombia.

Resulta irónico pensar que Haití este sumida en un caos de décadas y aún así trate de sobrevivir contra corriente, el país que apoyo y fue cuna de la intendencia americana no puede ser olvidado por el resto de sus hermanos latinoamericanos, como si no existiera. Y es que, debemos hacer un breve ejercicio de memoria, para 2009 el PIB per cápita del país fue de apenas 700 dólares, en contraste con Colombia de 5.100 dólares, Venezuela 11.700 dólares y México con 8.000 dólares, planteando una seria desigualdad a nivel de ingresos y convirtiéndolo en el país más pobre de la región.

Por otro lado, no fue hasta 1988 que se celebran las primeras elecciones libres y transparentes, huyendo del Golpe de Estado de la dinastía Duvalier, y que, con los ánimos caldeados gestaría otro golpe ese mismo año. Bajo estos acontecimientos, los vientos de transición obligatoria del poder son una constante en el país, en 1991 se vuelve a hacer presente y solo por medio de la ONU y la presión regional se torna en un estado de breve calma, hasta el 7 de julio de 2021, donde el presidente Jovenel Moïse es baleado en su casa, en medio de momentos de alta tensión política interna a consecuencia de un proceso electoral dudoso que se tuvo que celebrar dos veces en 2015 y 2016, tras cerrar el parlamento en 2020 y ser un presidente con mano innecesariamente represiva frente a las movilizaciones sociales.

En ese orden de ideas, un elemento que es transversal en la historia reciente del país es la corrupción, señalamientos que se repiten con el difunto presidente Moïse, quien siempre se presentó como un exitoso empresario haitiano. A consecuencia de estos señalamientos, la crisis humanitaria se ha agravado pendularmente entre la pobreza y la pobreza extrema, donde ni el medio ambiente ayuda al desarrollo del país, entre huracanes y terremotos.

Hablamos de un caldo de cultivo particular, entre la pobreza, el crimen, los desastres medioambientales, la desigualdad, la corrupción y una fuerte inestabilidad política, que se ve reflejada en los últimos 35 años y los 20 gobiernos elegidos o en los huracanes que la han devastado el país en esta última década. Pero ¿Qué podemos esperar de este país, ante este oscuro panorama?, seguramente -sin incurrir en la futurología- y tomando como precedente la historia política y cultural haitiana, viene un periodo de dudas, permeado por la violencia desmedida y acusaciones dictatoriales entre bandos políticos, con muchos acaparadores del poder y aún más desigualdad.

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