La libertad de cátedra, la nueva soga al cuello de los profesores
Por: David Fernando Rubio Quintero (Mgs)
Colombia
Con tristeza, duda y pasmo veo como, a una docente de secundaria la persiguen los partidos políticos como si fuese una cacería de brujas del siglo XV o la violenta conversión de los indígenas de América en el siglo XIX; grupos sociales que pensaban y se comportaban diferente, que se atrevían a preguntar o que tenían el anhelo de ser tratados como iguales.
Es por ello, que en pleno siglo XXI que una maestra pregunte por los falsos positivos (Palencia, 2011; Reveles, 2012), debe ser un elemento cotidiano, además de que esta en todo su derecho de hacerlo; la historia es inequívoca y solo el tiempo permitirá identificar plenamente que la cabeza del poder ejecutivo que desde el año 2000 sabia los pasos oscuros que daban los militares “para cumplir” con las estadísticas y datos. Y es que, hablamos del dolor de madres, de ciudadanos inocentes que fueron sacados de sus casas con mentiras para hacerlos pasar como una baja más en combate; este fenómeno, pone en evidencia la corrupción a cambio de ganar vacaciones y ascensos a punta de mentiras y sangre[1].
Considero que la labor docente desde una perspectiva pedagógica y formativa debe fundamentarse en la capacidad de desarrollar y dotar a los jóvenes y profesionales de realidad, reconociendo las diferentes posturas sobre los temas coyunturales del país y del mundo, y es que ¿qué es mejor que tener ciudadanos que conocen la realidad?, seguramente desde la perspectiva de gobierno la respuesta obvia y maquiavélica es que, lo mejor es no tener ciudadanos consientes de la realidad, ni de sus derechos y ni se diga de los mecanismos para hacerlos valer.
Y les digo, esta postura no es “mamertada” o defensa de la izquierda o centro e incluso la derecha, es un reclamo para los políticos incompetentes, obtusos y ciegos que politizan todos los escenarios políticos que se atreven señalan directamente a un expresidente de la república, a un “gran colombiano” y que, aún le cuesta alejarse de la adicción del poder; es que, es simplemente ridículo pensar siquiera en la “neutralidad” de la educación, cuando el propio proceso de aprendizaje enriquecido nace a partir del consenso y del recomiendo del otro, sus derechos y valores.
Además, no es admisible pensar en amordazar el saber, acallar la historia o perseguir desde la política, cuando se pregunte y forme a los ciudadanos acerca de esos 6.402 casos (De Zubiria, 2021) la verdad es una y el dolor nacional no puede ser manipulado vulgarmente por esos políqueros oportunistas.
Finalmente, les recuerdo la Sentencia T-588 de 1998, la cual reconoce la libertad de catedra como un derecho del cual es titular el profesor, con independencia del ciclo, nivel o locación; Profesora Sandra Ximena Caicedo, su labor formativa referente a una dinámica que tiene más de dos décadas de estar en práctica y de la cual aún se conocen muy pocas cosas, es muy clara y reúne dudas que debemos tener muy presentes, como por ejemplo “¿Por qué es especialmente grave que el Ejercito y el Gobierno colombianos estén implicados directamente en el tema de los falsos positivos?”.
Adjunto imagen del caótico taller que genera escozor y vergüenza en amplios sectores de la sociedad.

[1] https://www.youtube.com/watch?v=6nEPNy_22vM
Bibliografía
De Zubiria, M. (2021, abril 13). 6.402 motivos para reflexionar sobre el pasado. El Espectador. https://www.elespectador.com/opinion/6402-motivos-para-reflexionar-sobre-el-pasado/
Palencia, E. (2011). Análisis de los Derechos Humanos en Colombia, Caso:» Falsos Positivos». Frónesis, 18(2).
Reveles, J. (2012). Levantones, narcofosas y falsos positivos. Grijalbo.