Trágico 23 de febrero del 2021
Por: Esthela García M.
No era la cárcel, no.
Era el tiempo dibujado en las paredes.
Siempre fue el error en la mirada de las cosas.
Lo fácil no siempre fue mejor, aunque agradaba
la ficción de una vida afortunada.
No era la cárcel, no.
Fue siempre el universo que se había colado
con un cuchillo romo,
con guardias de la vista gorda y el bolsillo lleno.
Afuera, la pobre Soledad rapada en una esquina de su casa,
violada, arruinada. Espera
el regreso de quien le traía pan con alegría
antes de que el agobio se aprovechara de la fe
y las voces del infierno terminaran triturando la razón.
– Será solo una vez- le había prometido.
Pero de esa vez no salió nunca.
Se quedó sin juicio, sin condena, tras los pliegues de un zaguán,
por un error que nunca entendió.
Sin alguien que escuche su clamor,
su deseo de libertad,
y de perdón.
– Me robé un celular- decía con vergüenza
ante el sicario que le arrojaba burlas como dagas
y le tocaba la entrepierna lujurioso.
– Yo he matado tantas veces que ya no recuerdo-
le susurraba ufano, libidinoso,
clavando el puñal en sus costillas.
Una masacre en la cárcel disparan las noticias del medio día.
La mirada de algunos se acuclilla
para ver el nido de hormigas que erupciona y se desangra.
En la celda yacen decapitados los reclusos,
más de uno,
más de diez,
más de cuarenta vidas sin valor,
mientras el mundo se vuelca al ganador de Master Chef.
No era la cárcel, no.
Es este mundo descompuesto
que habitamos como espectadores cotidianos
ya no duele la muerte
y se pasan por alto las heridas más grandes
de la patria soberana.
Excelente relato, digno de de ti Esthelita Maria aquí hay sentimiento, corazón en cada párrafo que escribes, muchas felicidades!!!
Es un poema que describe toda una vida, tanto de los privados de la libertad como de aquellos que son libres pero lo ignoran, simplemente hermoso Esthely