El Sabio Popular en el Antiguo Egipto
Por: Nacho Ares
Egiptólogo, investigador, escritor y divulgador
Egipto ha fascinado a cientos de generaciones de buscadores, curiosos o simplemente egitomaníacos. Desde la desaparición de la cultura faraónica con los albores del helenismo en el siglo IV antes de nuestra era, Egipto supo mantenerse vivo, muy influenciado por el mundo grecorromano, pero manteniendo aún ese halo de autenticidad que, sorprende decir esto, pero sigue muy vivo en la actualidad. Y es que, desde mi modesto punto de vista, Egipto no ha dejado de ser referente de culturas e inspiración de Sabios, hombres y mujeres que durante miles de años han visto en la civilización nacida en el Valle del Nilo a ese igual, ese padre, del que tanto hemos heredado.
El libro que tiene en sus manos ahora mismo es fruto de lo que acabo de decir. No importa el paso del tiempo ni mucho menos las distancias o la cultura en la que la persona haya nacido. El ser humano continúa viéndose atraído por el mundo faraónico como ya hizo Alejandro Magno o antes que él los persas o los asirios en el Primer Milenio antes de nuestra era.
¿Por qué? ¿Dónde nace esa fascinación por el antiguo Egipto? Seguramente la respuesta descanse en el hecho de que no hemos cambiado nada desde hace prácticamente dos milenios. Seguimos teniendo las mismas dudas, las mismas preguntas y continuamos reaccionando de la misma manera ante situaciones similares. El común denominador que nos une con ellos es que seguimos siendo humanos.
Como muy bien nos muestra David Sequera en su novela, ese conocimiento descansa en las cosas sencillas. Es cierto que gran parte del conocimiento que tenemos de los antiguos egipcios viene de las tumbas de reyes y de altos dignatarios.
Sin embargo, no podemos decir que ellos fueran el reflejo de la sociedad egipcia. Ésta estaba levantada por personas de un estrato social muy humilde. Y es precisamente cuando nos adentramos a conocer su cotidianidad, cómo vivían, cómo pensaban, qué les preocupaba o cómo amaban, solo entonces descubrimos que son mucho más parecidos a nosotros de lo que habíamos pensado en un principio. Y eso nos emociona, como emociona el relato de David Sequera quien vive con emoción su pasión por la historia.
En este libro descubrirás una excelente aproximación a la cultura faraónica de la mano de un Sabio, Ramón, cuya sed de conocimiento no se frena con los obstáculos naturales de estar en una tierra lejana y distinta.
Es mágico, extraordinario y, una vez más, emocionante, que personas como David en América, en mi caso yo en España u otros egiptomaníacos o “egiptolocos”, como me gusta llamarles, sintamos tan fuertes los lazos que nos proporciona el mundo faraónico. Algo que no morirá nunca porque sus dioses siguen encarnados entre nosotros y en nuestra forma de sentir la vida.
Mi más sincera enhorabuena David.